El Dr. Giuseppe Mancia es profesor honorario de medicina en la Universidad de Milano-Bicocca (Italia) y antiguo presidente de la International Society of Hypertension y la European Society of Hypertension.
¿Hay todavía un lugar para los β-bloqueantes en el tratamiento de la hipertensión?
Giuseppe Mancia (MD, PhD): Hay un lugar muy importante. Las guías europeas siguen manteniendo los β-bloqueantes como una de las cinco opciones principales a la hora de iniciar y continuar el tratamiento de la hipertensión.
Existen 5 clases principales de fármacos cuyos “documentos” se hallan en regla, esto es, que son eficaces para reducir la presión arterial y cuentan con la evidencia procedente de ensayos controlados con placebo sobre la protección cardiovascular. En general, se han realizado estudios comparativos que demostraron que el grado de protección es similar para las 5 clases de fármacos. Por eso todos ellos —diuréticos, antagonistas de los receptores de la angiotensina, inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina (IECA), calcioantagonistas, pero también β-bloqueantes— fueron considerados como aptos para el inicio y el mantenimiento del tratamiento antihipertensivo.
Los β-bloqueantes tienen además indicaciones específicas, por ejemplo, pacientes con infarto de miocardio previo o con frecuencia cardíaca alta. En cambio, en pacientes hipertensivos no complicados se ha dado preferencia al uso de bloqueantes del sistema renina-angiotensina con un diurético o un calcioantagonista también por razones pragmáticas, puesto que estas combinaciones están disponibles en forma de una sola pastilla y en una gama de dosis, lo que permite a los médicos titular el tratamiento efectivo con mayor flexibilidad y facilidad.