James Douketis (MD) es profesor de medicina y ostenta la Cátedra David Braley-Nancy Gordon en Enfermedades Tromboembólicas en la McMaster University.
¿Los trastornos gastrointestinales, especialmente la intoxicación alimentaria, diarrea, malabsorción o efectos secundarios de los antibióticos, afectan la eficacia de los anticoagulantes orales directos (ACOD)? ¿Qué hacer cuando el paciente no puede tomar fármacos orales durante la terapia anticoagulante por los motivos susodichos?
Esa también es una muy buena pregunta, que surge no con poca frecuencia porque los fármacos orales, evidentemente, tienen que absorberse. Si un paciente no puede tomarlos por vía oral, hay que utilizar un fármaco alternativo que se administra por vía parenteral y que habitualmente es la heparina de bajo peso molecular (HBPM). De hecho, podemos utilizarla durante días, semanas o incluso meses. A veces lo hacemos, por ejemplo, en las mujeres embarazadas. Esto proporciona un efecto anticoagulante eficaz si un paciente no puede tomar fármacos por vía oral.
Ahora, si puede hacerlo, pero tiene problemas quizá con la malabsorción o tiene colitis infecciosa o inflamatoria, probablemente está bien administrar estos fármacos porque se absorben en el estómago o en el duodeno, es decir, bastante alto en el tracto digestivo.
Los fármacos que probablemente son más fáciles de utilizar en los pacientes con otros trastornos gástricos o intestinales son el apixabán y el edoxabán por su mayor superficie de absorción (estómago, duodeno e intestino delgado), mientras que otros fármacos como el dabigatrán y rivaroxabán principalmente se absorben en el antro gástrico. Si se necesita más seguridad y mayor margen de error, optaría por algo, como apixabán o edoxabán, debido a su mayor superficie de absorción.