Leszek Czupryniak (MD, PhD) es jefe del Departamento de Diabetología y Medicina Interna de la Warszawski Uniwersytet Medyczny, Polonia.
¿Cuál es el lugar de los análogos de insulina de acción prolongada en concentraciones mayores que las estándares (200 UI/ml y 300 UI/ml) en el tratamiento de la diabetes tipo 2? ¿En qué pacientes podemos esperar beneficios que justifiquen su recomendación, a pesar del mayor coste para el paciente?
Los preparados de insulina disponibles en concentraciones más altas, es decir, 200 UI/ml o 300 UI/ml… El estándar clásico, introducido hace más de 2 décadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) es de 100 UI/ml del preparado de insulina, pero algunas empresas han empezado a introducir insulinas más concentradas. Hay dos tipos de razones para ello. El primer tipo es plenamente comercial. Después del vencimiento de la patente de la insulina, las compañías querían mantener su monopolio con un preparado determinado, por lo cual introdujeron varias concentraciones para mantener su posición. Para tener la insulina, pero solo en el preparado elaborado por este fabricante original. Eso es algo que no nos interesa.
Pero la otra razón —y esta es justificada por la evidencia— es que las insulinas más concentradas suelen ser más seguras. Tenemos la comparación clásica: glargina —tenemos la glargina 100 UI/ml y 300 UI/ml— y hay evidencia fuerte que demuestra que el uso de las insulinas más concentradas (la gla‑300, como decimos), se asocia a un riesgo significativamente menor de hipoglucemia, especialmente nocturna. Así que tiene sentido utilizar esas insulinas.
El segundo beneficio para el paciente podría ser en personas que toman altas dosis de insulina, 80 UI, 100 UI, 150 UI en una inyección, algo que pasa con los análogos de acción prolongada en la diabetes tipo 2. En caso de insulinas más concentradas, el volumen de la solución administrada por vía subcutánea es menor y —nos lo comunican también los propios pacientes— el dolor causado por el volumen reducido de las inyecciones es menor.
La segunda razón por la que pasamos a insulinas más concentradas es en situaciones en las que el paciente requiere mayores dosis de insulina. Así que diría que son 2 los beneficios. [Primero,] se trata de menor riesgo de hipoglucemia, algo muy importante y que de hecho se aplica a todos los pacientes que toman insulina, sea tipo 1 o tipo 2, o cualquier otro tipo de insulina. [Segundo,] en pacientes que reciben altas dosis, el uso de insulina puede ser más cómodo.