El Dr. James Douketis (MD) es profesor de medicina de la McMaster University y médico de plantilla en el St. Joseph’s Healthcare Hamilton en el área de medicina interna general y tromboembolismo clínico. Es el Expresidente inmediato de Thrombosis Canada.
¿Qué ha cambiado recientemente en el tratamiento del tromboembolismo?
En los últimos años hemos observado cambios en el manejo de los pacientes que requieren anticoagulantes. En particular, hemos aprendido que los anticoagulantes orales más nuevos, es decir, los anticoagulantes orales directos (ACOD), pueden utilizarse en un número creciente de pacientes. Esto incluye a pacientes con trombosis en sitios inusuales, tales como el cerebro (trombosis del seno venoso cerebral), las extremidades superiores (trombosis de las extremidades superiores) y el abdomen (trombosis de la vena esplácnica), y los casos de trombosis venosa superficial.
Sin embargo, también hemos aprendido que hay situaciones en las que los ACOD no deben usarse y en las que se prefieren los antagonistas de la vitamina K (AVK), como warfarina o acenocumarol. ¿A qué situaciones me refiero? La primera es en pacientes con válvulas cardíacas mecánicas. Incluso con las de nueva generación, como las válvulas On-X, que se consideran menos protrombóticas, aún utilizamos los AVK. La segunda situación es en pacientes con cardiopatía reumática y con fibrilación auricular u otra indicación para la anticoagulación. También en este caso los AVK se prefieren sobre los ACOD.
Otras situaciones —que son menos frecuentes, pero es importante conocerlas— son los pacientes con síndrome antifosfolipídico, que deben tomar AVK; pacientes con dispositivos de asistencia ventricular izquierda; y, por supuesto, pacientes embarazadas o lactantes. En todas estas situaciones debe evitarse la administración de ACOD.