Papel del coaching en la educación médica

La Dra. Maja Artandi (MD) es profesora de medicina en el Servicio de Atención Primaria y Salud Poblacional de la Stanford University, EE. UU., y Copresidenta de la Society of Bedside Medicine. Elabora materiales didácticos para la enseñanza ambulatoria.

¿Tiene algún consejo para situaciones en las que una persona suspende un examen durante la residencia? ¿Tiene sentido mucho entrenamiento adicional, como p. ej. repetición de un año? ¿Cómo manejar los casos de expulsión de la residencia debidos al bajo rendimiento, a pesar de la actitud positiva del residente?

Me parece que nos importa el bienestar de nuestros residentes, creo que les damos mucho apoyo. Es importante darles todo el apoyo que necesiten desde el principio. Y, si un residente quiere aprender —es decir, decidió ir a la facultad de medicina y ha empezado la residencia porque quiere ser un buen doctor—, recibe el apoyo necesario y, en mi experiencia, a menudo mejora.

Ahora, ¿qué hacemos si no mejora? Tenemos que considerar otras opciones: puede que el verdadero desafío no sean los estudios y la residencia. Puede que nuestro residente tenga otros problemas. Puede que esté enfrentando un problema que le dificulta rendir bien como residente, pero no lo quiere comentar con nosotros por no confiar en el sistema.

En mi opinión, el coaching es realmente importante en estos casos. En los centros académicos de los EE. UU., el coaching en la educación médica se está volviendo cada vez más popular. De hecho, muchos programas tienen el coaching obligatorio para sus residentes —no solo para los residentes que puedan necesitar ayuda, sino para todos— y los coaches se reúnen de manera regular con los residentes o los estudiantes desde el principio. Los coaches son médicos de la misma especialidad, pero que no se ocupan de la calificación ni de la evaluación de los estudiantes. De esta manera, los residentes pueden confiar en su coach y comentar con él los desafíos que enfrentan.

Aun así, algunos residentes no mejoran. Nuestro trabajo como educadores médicos es asegurarnos de que nuestros residentes o estudiantes sean realmente buenos médicos después de graduarse. Ellos cuidan de nuestros pacientes. Tenemos que confiar en que son competentes, sentirnos cómodos en caso de tener que acudir a una consulta con ellos. Y si no lo son, ponemos en riesgo a nuestros pacientes. Es extremadamente poco frecuente que alguien sea despedido de un programa. De hecho, yo no lo he visto nunca. Pero en caso de que esto ocurra, lo esencial es la documentación. Hay que documentar cómo el residente ha fracasado. Hay que documentar qué se ha hecho para apoyarlo y cómo aun así no ha mejorado a lo largo de los meses.