Cómo citar: Wroczyńska A., Kuna A., Rymer W., Viajes al extranjero durante la pandemia de COVID-19, Med. Prakt., 2020, 7‑8: 147‑156, 164
Siglas y abreviaturas: CDC — Centers for Disease Prevention and Control, COVID-19 (coronavirus disease) — enfermedad por coronavirus 2019, EASA — European Union Aviation Safety Agency, ECDC — European Centre for Disease Prevention and Control, ETG — encefalitis transmitida por garrapatas, IATA (International Air Transport Association) — Asociación Internacional de Transporte Aéreo, MERS-CoV (Middle East respiratory syndrome coronavirus) — coronavirus del síndrome respiratorio de Oriente Medio, NaTHNaC — National Travel Health Network and Centre, OMS — Organización Mundial de la Salud, SARS-CoV-2 (severe acute respiratory syndrome coronavirus 2): coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo grave, UE — Unión Europea
¿Cuál es el riesgo de infección por SARS-CoV-2 en cruceros?
Durante la pandemia actual, se han documentado focos de infección entre los pasajeros de cruceros, medios de transporte que acogen a un gran número de personas en una superficie cerrada y relativamente pequeña. El 3 de febrero de este año, se confirmó un brote en el barco Diamond Princess que en primera instancia afectó a 10 personas. El día siguiente se decidió aislar fuera del barco a todas las personas con infección por SARS-CoV-2 confirmada, mientras que el resto de viajeros y miembros de la tripulación guardaron cuarentena. En los 16 días siguientes, el 17 % de los pasajeros (619/3700) se habían contagiado. En total, 712 personas (19,2 %) sufrieron la infección, de las cuales 37 necesitaron cuidados intensivos y 9 fallecieron. Después de la tragedia del crucero Diamond Princess, sucedió otra más: a bordo del Grand Princess se confirmaron 159 casos de infección por SARS-CoV-2, de los cuales 8 fueron mortales.
En el pasado ya se habían descrito infecciones transmitidas de persona a persona en cruceros. Ya se había demostrado la relación entre la incidencia de infecciones agudas del aparato respiratorio y el momento del año, el destino y la duración del viaje. En 2012, se informó sobre una infección de las vías respiratorias entre los pasajeros de un crucero cerca de Brasil que causó la hospitalización de 16 personas y una muerte. En 2009 se describió una serie de casos de gripe H1N1 y gripe A durante una travesía entre Sídney y unas islas del Océano Pacífico. En el año 2000, un 37 % de los pasajeros de un crucero que recorría las costas de Australia reportaron síntomas de gripe, 40 acabaron hospitalizados y 2 fallecieron.
En el barco Diamond Princess, la densidad de personas por kilómetro cuadrado era de 24 400 con una ocupación del 50 %. Para comparar, la densidad de población en Wuhan es de 6000 personas/km2. Se ha demostrado que el coeficiente de reproducción Ro del coronavirus fue 4 veces mayor en el crucero que en Wuhan, lo que confirma la dependencia entre el Ro y la densidad de población.
Las medidas preventivas implementadas en el Diamond Princess permitieron reducir el número previsto de casos. No obstante, parece que evacuar de forma temprana a todos los pasajeros y trabajadores del barco habría producido mejores efectos que ordenar la cuarentena obligatoria de las personas con resultado negativo en la prueba del SARS-CoV-2.
La última actualización de las recomendaciones de los CDC sobre los cruceros turísticos se publicó el pasado 16 de julio. Los CDC siguen recomendando su suspensión hasta que se levante el estado de pandemia o hasta la siguiente actualización, que saldrá el 30 de septiembre. Hasta el 10 de julio, se habían registrado 958 casos confirmados, 2015 casos de sospecha y 34 muertes por COVID-19 en 123 barcos, lo cual significa que se produjeron infecciones en un 80 % de todas las embarcaciones dentro de la jurisdicción de los EE.UU. Las recomendaciones de los CDC tienen como objetivo prevenir que las infecciones se sigan transmitiendo en los barcos y limitar el desarrollo de la epidemia en EE.UU. Se consideran cruceros todas las embarcaciones que transporten personas con fines comerciales (y no buques de carga), que puedan acomodar a 250 o más personas y ofrezcan alojamiento.
El pasado 14 de marzo, los CDC prohibieron el embarque de pasajeros y comenzaron las labores de protección de las personas que ya se encontraban a bordo de embarcaciones. Los objetivos de la prohibición de embarcar eran proteger la vida humana, limitar la propagación del virus por el territorio estadounidense y salvaguardar los recursos materiales y humanos ya sobrecargados por la epidemia en tierra firme. Se implementó una vigilancia de las miles de personas embarcadas, y el alcance del seguimiento de contactos fue mayor que el de los pasajeros de avión desde el inicio de la epidemia. A la tripulación se le permitió desembarcar, pero con varias condiciones. En primer lugar, debían llevar mascarillas y volver a sus hogares por medios de transporte que no fueran públicos. Además, se distribuyeron en dos grupos, con y sin contacto con personas infectadas por SARS-CoV-2. Por último, tuvieron que permanecer en casa durante 14 días observando sus síntomas y mantener el distanciamiento social. Para unificar los protocolos y comprender mejor la situación epidemiológica en los barcos durante la pandemia de COVID-19, los CDC emitieron el pasado 15 de abril un decreto que ordenaba enviar informes semanales sobre las enfermedades entre las personas que permanecían a bordo.
Los gobiernos de otros países, como Canadá, Australia, Grecia, España y República Dominicana, también han implantado restricciones a la navegación de cruceros.