Protocolo de diagnóstico
Se deben realizar pruebas de diagnóstico de la COVID-19 a todos los pacientes con EPOC que presenten síntomas que apunten a una infección por SARS-CoV-2, como fiebre, pérdida de olfato o empeoramiento de la disnea y la tos, aunque sean leves. Se ha subrayado que detectar la infección por SARS-CoV-2 no descarta la concomitancia de infecciones por otros patógenos.
Durante la pandemia de COVID-19, las espirometrías se deben restringir a aquellos pacientes que requieran un diagnóstico urgente de EPOC o un análisis de la función pulmonar que ayude a determinar su aptitud para intervenciones invasivas. Si se decide realizar la espirometría, siempre que sea posible se debe descartar la infección por SARS-CoV-2 antes de la prueba. Si el resultado es positivo, la prueba se debe aplazar hasta que dé negativo. Se aconseja seguir las recomendaciones en cuanto a la realización de pruebas funcionales pulmonares durante la pandemia de COVID-19 publicadas entre otros por la European Respiratory Society.1 Para diagnosticar la EPOC se pueden utilizar mediciones domésticas del flujo espiratorio máximo (FEP) en combinación con un cuestionario de eficacia demostrada. No obstante, el FEP no se correlaciona bien con los resultados de la espirometría y no permite diferenciar el carácter de las alteraciones funcionales. También se puede considerar el uso de un espirómetro electrónico portátil, pero en ese caso es necesario instruir adecuadamente al paciente y ofrecerle apoyo a distancia (por vídeo) para realizar la prueba.
Si es posible, las broncoscopias programadas se deben aplazar hasta que el paciente obtenga un resultado negativo en la prueba de detección de SARS-CoV-2 por RT-PCR. En los casos urgentes, se debe considerar a todos los pacientes como casos positivos. Como en el resto de procedimientos en los que se forman aerosoles, es necesario utilizar los medios de protección personal adecuados.
La radiografía de tórax tiene una sensibilidad baja en los pacientes con COVID-19 de curso grave, así como en los estadios tempranos de la enfermedad. Por lo tanto, no se debe realizar para diagnosticar la COVID-19 en los pacientes sin síntomas que apunten a la infección por SARS-CoV-2. Sin embargo, las radiografías de tórax se deben realizar en los pacientes con síntomas moderados o graves de COVID-19 y en los pacientes cuya capacidad respiratoria haya empeorado, ya que son útiles para descartar otros diagnósticos (p. ej. neumotórax o neumonía lobular).
La tomografía computarizada (TC) tiene una mayor sensibilidad que la radiografía y permite mostrar las inflamaciones en los pulmones incluso en las personas sin manifestaciones clínicas. En el informe GOLD 2021 se menciona que algunos pacientes con alteraciones en la TC típicas de la COVID-19 han obtenido resultados falsos negativos en la RT-PCR. La TC es útil en caso de sospechar embolismo pulmonar: en los pacientes con COVID-19 se ha observado una mayor incidencia de trombosis venosa profunda y embolismo pulmonar.
La ecografía pulmonar permite detectar alteraciones típicas de la COVID-19. Esta prueba se puede realizar junto a la cama del paciente.
En el curso de la COVID-19, las inflamaciones suelen ser bilaterales. En los pacientes con COVID-19 y EPOC se ha observado una mayor incidencia de opacidades en vidrio deslustrado, opacidades maculares locales y lesiones intersticiales que en los pacientes con COVID-19 sin EPOC.