La obesidad constituye un factor de riesgo de COVID-19 grave. Una de las causas probables es el estado inflamatorio crónico asociado a la obesidad que altera la respuesta inmunitaria e influye en la coagulación sanguínea. Además, la obesidad está ligada a una alteración funcional del aparato respiratorio. Se estima que el 42,4 % de los habitantes de Estados Unidos sufren obesidad, que es un factor de riesgo para otras enfermedades crónicas, incluidas la diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y algunas neoplasias. El Comité Asesor de Vacunas de Estados Unidos señala que la obesidad conlleva un riesgo alto de sufrir COVID-19 grave, por lo que vacunar a este grupo de personas debería ser prioritario. Con base en los datos de la Premier Healthcare Database Special COVID-19 Release (PHD-SR), los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (ing. Centers for Disease Control and Prevention, CDC) analizaron la relación entre el índice de masa corporal (IMC) y el riesgo de COVID-19 grave (entendida como enfermedad que precise de hospitalización, ingreso en unidad de cuidados intensivos, ventilación mecánica invasiva o cause la muerte). Entre los 148 494 pacientes incluidos en el análisis que recibieron diagnóstico de COVID-19 entre marzo y diciembre de 2020, el 28,3 % tenían sobrepeso y el 50,8 % obesidad. El sobrepeso y la obesidad supusieron factores de riesgo para la ventilación mecánica invasiva. Además, se demostró que la obesidad aumentó el riesgo de hospitalización y muerte, especialmente entre los pacientes adultos <65 años. En el estudio, se observó que la relación entre el IMC y la gravedad de la COVID-19 no tenía un carácter lineal.
Fig. 1A. IMC y riesgo de hospitalización, 1B. IMC y riesgo de ingresar en la UCI, 1C. IMC y riesgo de necesitar ventilación mecánica, 1D. IMC y riesgo de muerte
Los riesgos más bajos de hospitalización, ingreso en unidad de cuidados intensivos y muerte se observaron en los pacientes con IMC de 24,2 kg/m2, 25,9 kg/m2 y 23,7 kg/m2 respectivamente. Dichos riesgos aumentaron considerablemente con IMC más altos. Los resultados de esta investigación indican que las personas obesas presentan un riesgo bastante mayor de sufrir una infección grave por SARS-CoV-2 y requieren tratamiento intensivo con más frecuencia. Según los autores del estudio, las personas obesas deben incluirse en el grupo prioritario para recibir las vacunas contra la COVID-19. Además, afirman que es imprescindible aplicar el resto de medidas de seguridad —llevar mascarillas y guardar distancia—, así como luchar contra la obesidad fomentando la alimentación sana y la actividad física.