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Los genes desfavorables pueden duplicar el riesgo coronario, mientras que un estilo de vida saludable lo reduce en la mitad.
Este estudio combina datos de 2 grupos de personas con una enfermedad coronaria al inicio del estudio. La predisposición genética se estableció sobre la base del análisis de 50 marcadores genéticos previamente identificados, asociados a la incidencia de enfermedades coronarias (nota: la predisposición genética se relacionó solo de forma moderada con los niveles de colesterol, de las lipoproteínas de baja densidad y con la presencia de antecedentes familiares de enfermedades coronarias). Se definió como un estilo de vida saludable: la ausencia de tabaquismo en la actualidad, falta de obesidad (índice de masa corporal <30), ejercicio regular (por lo menos una vez por semana), y dieta sana (es decir seguimiento de por lo menos la mitad de los principios considerados en la dieta sana, lo que incluye el consumo adecuado de frutas, frutos secos, verduras, granos integrales, pescado y productos lácteos, y la ingesta de un número reducido de granos refinados, carne procesada, carne roja no procesada, bebidas azucaradas, grasas trans y sodio).
Entre las 55685 personas observadas, el riesgo coronario (infarto de miocardio, revascularización coronaria, o muerte por causa cardiovascular) fue casi el doble en los pacientes incluidos en el cuartil de riesgo genético más alto, en comparación con aquellos encuadrados en el cuartil de riesgo genético menor (cociente de riesgos [CR], 1,91; 95 % intervalo de confianza [IC], 1,75-2,09). Por otro lado, una vida sana (definida como seguimiento de por lo menos 3 de los 4 factores de vida sana) se asoció a un riesgo coronario sustancialmente menor que en el caso de un estilo de vida desfavorable, definido por la presencia de como mucho un factor de vida sana (CR, 0,54; 95 % IC, 0,47-0,63).
