Este año se cumplen los 60 años desde la introducción de la metformina en el tratamiento de la diabetes, pero resulta que este medicamento puede tener al menos una faceta más, especialmente interesante para la medicina antienvejecimiento.
Introducción
Han pasado ya 60 años desde la introducción de la metformina en el tratamiento de la diabetes, si bien solo desde hace más de diez años esta droga se considera una joya excepcional en las intervenciones antidiabéticas farmacológicas. A lo largo de estos años se ha publicado una serie de estudios que confirman los numerosos beneficios obtenidos del uso de este derivado de la biguanida, relacionados con su potencial pleiotropismo (p. ej. disminución de la concentración del colesterol total y de los triglicéridos en suero, disminución de la masa corporal o incluso se sugiere una acción antineoplásica).
Resulta que la metformina puede disponer de por lo menos una faceta más, que resulta interesante sobre todo en la medicina antienvejecimiento.
En agosto de 2017 se publicó una revisión sistemática con un metaanálisis realizado por investigadores australianos que demostró que la metformina reduce la mortalidad por todas las causas independientemente de su influencia en los índices de corrección de la diabetes mellitus.
Estudio
Estos investigadores australianos llevaron a cabo una revisión sistemática de los estudios en los que los enfermos recibieron metformina a cualquier dosis.
Se asumió que el grupo control incluiría a cualquier persona perteneciente a alguno de estos estudios que no recibió metformina.
Los principales criterios de valoración fueron mortalidad por todas las causas y la incidencia o nuevo diagnóstico de una de las enfermedades consideradas por los investigadores como resultado del envejecimiento (enfermedades neoplásicas [cáncer de mama, de pulmón, del intestino grueso, de páncreas, de próstata, de esófago, de tiroides, de riñón, de hígado, neoplasias en el área de cabeza y cuello], enfermedades cardiovasculares [ictus, infarto de miocardio, insuficiencia cardíaca, enfermedad coronaria, complicaciones de las enfermedades de vasos mayores, disfunción del ventrículo izquierdo], insuficiencia renal, fracturas, glaucoma de ángulo abierto, disfunción de las funciones cognitivas y síndrome del túnel carpiano).
Al final, el metaanálisis abordó 53 estudios que cumplían con los criterios y que se habían publicado hasta finales de marzo de 2016.
Resultados
Se constató que la mortalidad por todas las causas entre los enfermos que recibieron metformina fue notablemente menor que entre los pacientes sin diabetes diagnosticada (razón de riesgo [RR]: 0,93, 95 % intervalo de confianza [IC]: 0,88-0,99); una relación similar se observó entre el grupo que tomó metformina y los que recibieron otros fármacos orales (RR: 0,72, 95 % IC: 0,65-0,80), insulina (RR: 0,68, 95 % IC: 0,63-0,75) o derivados de la sulfonilurea (RR: 0,80, 95 % IC: 0,66-0,97).
También se evidenció que entre los enfermos que recibieron metformina la frecuencia de neoplasias malignas fue significativamente menor que entre los pacientes sin diabetes mellitus diagnosticada (riesgo relativo [RR]: 0,94, 95 % IC: 0,92-0,97). La metformina resultó proteger también de las enfermedades cardiovasculares. Entre los enfermos que tomaron dicho medicamento la frecuencia de estas enfermedades fue considerablemente menor que entre los pacientes que recibieron otros medicamentos antidiabéticos orales (RR: 0,76, 95 % IC: 0,66-0,87) o insulina (RR: 0,78, 95 % IC: 0,73-0,83).
Conclusiones
El resultado más sorprendente de este estudio es la afirmación que entre los pacientes con diabetes que toman metformina el riesgo de muerte por todas las razones es menor que entre las personas sin diabetes diagnosticada y que en la población general. El efecto fue incluso mayor cuando se comparó la población de enfermos que recibieron metformina con el grupo que tomó otros medicamentos antidiabéticos, incluida la insulina (respecto a ella el efecto de reducción de riesgo de la muerte por cualquier causa fue el más acentuado).
Otra constatación muy importante es que los enfermos que toman metformina sufren neoplasias malignas más raramente que aquellos sin el diagnóstico de diabetes.
Es de subrayar que los datos fueron corregidos para compensar la influencia en la supervivencia debida a factores distintos a los analizados, incluido el grado de diabetes.
Al final, comentando este estudio hay que subrayar que la metodología fue relativamente complicada para que se pudiesen incluir estudios de planos tan distintos, sin embargo, el análisis abordó a más de 400 000 personas en total y los autores hicieron todo lo necesario para compensar los posibles factores de interferencia que afectaban a la mortalidad, con lo cual debemos tratar estos resultados con mucho detenimiento.
¿Entonces tenemos razones para concluir que la actividad de la metformina puede tener un efecto potencial en la prolongación de la vida también entre las personas sin diabetes diagnosticada? Sin duda sí, pero tenemos que abstenernos de sacar conclusiones absolutas hasta obtener resultados de estudios prospectivos planificados justamente con el fin de evaluar este efecto de la metformina. Aún más interesantes pueden ser los resultados de estudios experimentales que revelan el mecanismo por el cual la metformina puede potencialmente prolongar la vida (independientemente de su principal acción antidiabética), que podrían ser la base para el desarrollo futuro de sustancias con propiedades antienvejecimiento específicas, imposibles de obtener en la actualidad.