Siglas y abreviaturas: AAS — ácido acetilsalicílico, ALT — alanina aminotransferasa, AST — aspartato aminotransferasa, CK — creatina-cinasa, C-HDL — colesterol de lipoproteínas de alta densidad, C-LDL — colesterol de lipoproteínas de baja densidad, CT — colesterol total, ESC — European Society of Cardiology (Sociedad Europea de Cardiología), TG — triglicéridos, VLDL — lipoproteínas de muy baja densidad
Intolerancia a las estatinas: definición
• Intolerancia a por lo menos dos estatinas diferentes, incluyendo una independientemente de la dosis utilizada y la otra en la dosis diaria menor posible. Las dosis diarias mínimas de estatinas son: pitavastatina — 2 mg, rosuvastatina — 5 mg, atorvastatina — 10 mg, simvastatina — 10 mg, lovastatina — 20 mg, pravastatina — 40 mg, fluvastatina — 40 mg.
• Se ha demostrado que existe una relación entre los efectos adversos y/o un aumento significativo de los marcadores bioquímicos y el uso de la estatina que se sospecha que es la causa de la intolerancia.
• La reducción de la dosis o la suspensión de la estatina hace que los síntomas cedan o se produzca una mejoría en cuanto a las reacciones adversas o a los niveles en plasma de los marcadores bioquímicos.
• Las reacciones adversas o el cambio de marcadores bioquímicos no debe achacarse a otros factores o enfermedades que aumentan el riesgo de intolerancia a las estatinas (p. ej. interacciones farmacológicas).
Pregunta 2. Varias veces he encontrado una recomendación de hacer pausas en el tratamiento con estatinas (p. ej. de unas semanas o unos meses, con el fin de implementar una “terapia de desintoxicación hepática”). ¿Este manejo tiene algún tipo de justificación científica? ¿Se sabe de qué manera puede afectar a la eficacia del tratamiento?
No se dispone de datos de carácter científico que justifiquen la aplicación de la denominada “terapia de desintoxicación hepática”. La suspensión del tratamiento con estatinas en un paciente con un riesgo cardiovascular alto o muy alto aumenta 4 veces el riesgo de muerte por causas cardiovasculares y 3 veces el riesgo de muerte por causas generales. Por lo tanto, la única justificación para la suspensión de la terapia con estatinas es la existencia de una intolerancia completa al fármaco. Se debe señalar que el mecanismo por el que las estatinas originan toxicidad hepática no se conoce del todo, siendo cuestionado por numerosos investigadores.
El aumento asintomático de la actividad de las aminotransferasas durante la terapia con estatinas es excepcional (<1 %). Además, tiene un carácter temporal y depende de la dosis utilizada. La determinación de la actividad de la alanina-aminotransferasa (ALT) y de la aspartato-aminotransferasa (AST), o por lo menos solo de la ALT, debería realizarse antes de empezar el tratamiento y al cabo de 8 semanas de su inicio (o, por analogía, antes y después de aumentar la dosis). Se considera indicador de daños hepáticos si el valor de las aminotransferasas supera 3 veces el límite superior del valor normal. La progresión hacia una insuficiencia hepática ocurre muy raras veces. A menudo es suficiente, al observar el aumento de la actividad de las aminotransferasas, con reducir la dosis o suspender el uso de estatinas, tras lo cual los parámetros bioquímicos vuelven a los valores normales en 2-4 semanas. Las contraindicaciones absolutas para el uso de las estatinas son: insuficiencia hepática aguda, cirrosis hepática descompensada (clase B o C en la escala de Child-Pugh), hepatitis B o C aguda y un aumento de la actividad de las aminotransferasas en suero de causa desconocida (como mínimo >3 × el límite superior de la normalidad).
Los estudios disponibles indican que las estatinas reducen notablemente el riesgo del cáncer hepático primario en personas con hepatatitis B y C crónica. Además, inhiben la replicación del virus de la hepatitis C, aumentan su eliminación de la sangre y actúan sinérgicamente con el interferón (con la excepción de pravastatina). Las pruebas científicas demuestran también los efectos beneficiosos de las estatinas en enfermos con cirrosis biliar primaria, tanto en el curso de la enfermedad, pero sobre todo en la disminución del riesgo cardiovascular en este grupo de pacientes. Beneficios aún mayores pueden observarse en pacientes con una enfermedad hepática grasa no alcohólica (NAFLD) y con una esteatohepatitis no alcohólica (NASH).
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