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El artículo completo, publicado en Polish Archives of Internal Medicine, está disponible de forma gratuita en inglés aquí.
Resumen
Gracias al hecho de que se conoce cada vez más la fisiopatología de las enfermedades reumáticas, ha sido posible desarrollar fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad (FARME) biológicos (FARMEb) y FARME sintéticos dirigidos (FARMEsd), que han revolucionado por completo el tratamiento de las enfermedades inflamatorias. Dichos agentes difieren en cuanto a la eficacia para controlar determinadas enfermedades reumáticas, en función de la citocina clave que interviene en el proceso inflamatorio.
En primer lugar fueron desarrollados los bloqueadores de citocinas que se extendieron rápidamente. Incluyen agentes que actúan contra el factor de necrosis tumoral α (TNF-α) (etanercept, infliximab, adalimumab, golimumab y certolizumab pegol) y contra los receptores de la interleucina-6 (tocilizumab y sarilumab), IL-1 (anakinra, canakinumab y rilonacept), IL-17 (secukinumab e ixekizumab) e IL-12/23 (ustekinumab). Los agentes dirigidos contra los linfocitos incluyen el rituximab y el belimumab, que actúan contra las células B usando diferentes mecanismos, y el abatacept, un modulador de la coestimulación de células T. Los FARMEsd, conocidos también como inhibidores de moléculas pequeñas, son fármacos orales basados en una novedosa estrategia de tratamiento de las enfermedades inflamatorias. A este grupo pertenecen los inhibidores de las cinasas Janus (JAK) (tofacitinib, baricitinib y upadacitinib) y los inhibidores de fosfodiesterasa 4 (apremilast).
El principal motivo de preocupación en cuanto al uso de los FARMEb y los FARMEsd es un riesgo elevado de infección. Antes de iniciar una terapia biológica es obligatorio realizar pruebas sanguíneas, así como pruebas de tamizaje dirigidas hacia la tuberculosis y la infección de hepatitis viral. También se recomienda el cumplimiento del programa de vacunación. Siempre que sea posible, la elección de FARMEb y FARMEsd debe guiarse por las comorbilidades del paciente. Los datos acerca del uso de estos fármacos durante el embarazo son limitados, pero la terapia anti-TNF-α, el rituximab y la anakinra parecen seguros. Los agentes biológicos son caros, pero los biosimilares han surgido como una opción más económica con potencial de tratar un número más grande de pacientes.