Contexto: con el número constantemente alto de infecciones por el coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo grave (SARS-CoV-2), algunos países, como Canadá y Estados Unidos, han facilitado la cuarta dosis de la vacuna contra la enfermedad por coronavirus de 2019 (COVID-19).
Métodos: en este estudio de cohorte emparejado realizado en Israel se comparó la tasa de los casos de COVID-19 entre las personas ≥60 años que recibieron la cuarta dosis de la vacuna ≥4 meses después de la tercera y aquellas que no la recibieron. El emparejamiento se realizó según distintos factores de riesgo de efectos adversos, como la edad de participantes, su sexo, número de comorbilidades preexistentes definidas como factores de riesgo de COVID‑19 grave, y el número de ingresos hospitalarios en los últimos 3 años.
Resultados: la eficacia de la vacuna expresada como reducción de riesgo relativo en los días 7-30 tras la vacunación, en comparación con la falta de administración de la cuarta dosis, fue estimada en un 45 % contra la infección confirmada por SARS‑CoV‑2, un 55 % contra la COVID‑19 sintomática, un 68 % contra la hospitalización por COVID‑19, y un 74 % contra la muerte por COVID‑19. En los días 7-30 tras la cuarta dosis de la vacuna, se observaron 180 hospitalizaciones menos a causa de COVID‑19 por cada 100 000 personas (~270 vs. 90/100 000) y 70 casos graves menos por cada 100 000 personas (110 vs. 42/100 000).
Conclusiones: los autores concluyeron que la cuarta dosis de la vacuna demostró eficacia en la reducción del riesgo de consecuencias de COVID‑19 a corto plazo (7-30 días tras la vacunación) en las personas que recibieron la tercera dosis ≥4 meses antes.
Comentario de los editores de McMaster: en las etapas iniciales de la pandemia de COVID‑19, la decisión de vacunar fue fácil debido a la alta incidencia de la enfermedad, falta de inmunidad previa, falta de tratamiento eficaz tras la infección y una alta virulencia de SARS‑CoV‑2 percibida. El valor añadido de la cuarta dosis de la vacuna puede ser cuestionado entre las personas previamente vacunadas, entre las cuales muchas ganarían inmunidad natural adicional tras contraer la variante ómicron (más contagiosa, pero menos grave), a lo que se suma la disponibilidad de nuevos tratamientos antivirales de administración oral. La decisión sobre recibir o no la cuarta dosis depende de la percepción individual de riesgo, de los valores y de las preferencias personales. El estudio proporciona una evidencia que puede ayudar en el proceso de toma de decisiones.