Enfermedades del tracto digestivo bajo: síndrome del intestino irritable

23.11.2022
Título original: Choroby przewodu pokarmowego – postępy 2021/2022
Elaborado por: Jarosław Daniluk (MD, PhD), prof. Andrzej Dąbrowski (MD, PhD)

Síndrome del intestino irritable

El síndrome del intestino irritable (SII) es una de las causas más frecuentes de las visitas en consultorios, tanto de atención primaria, como especializados. En 2021 se publicaron las guías de la British Society of Gastroenterology (BSG) relativas al manejo diagnóstico y terapéutico de esta enfermedad.7 El documento es muy extenso, por lo que vamos a presentar solo las recomendaciones relevantes para los clínicos.

En el marco de diagnóstico de las personas con los síntomas que sugieren SII, es necesario realizar: hemograma, determinación de la proteína C‑reactiva o VHS, pruebas serológicas para la detección de la enfermedad celíaca, y en enfermos <45 años con diarrea recurrente se deben determinar los niveles de calprotectina fecal para descartar colitis ulcerosa. También se deben tener en cuenta las guías locales relativas al tamizaje para detectar CCR y cáncer de ovario. El diagnóstico de SII debe determinarse basándose en las manifestaciones, resultados de las pruebas básicas de sangre y heces, así como en la ausencia de los síntomas de alarma. En caso de dudas diagnósticas, manifestaciones intensificadas, fracaso de la terapia de base y —a petición del paciente— el médico de atención primaria debe derivar al enfermo con SII al gastroenterólogo. La colonoscopia no tiene uso en el diagnóstico de SII, a no ser que el paciente notifique la presencia de síntomas de alarma o diarrea atípica que sugiera la presencia de colitis microscópica. En personas con síntomas típicos de SII no hay indicaciones para realizar las pruebas de la insuficiencia pancreática exocrina, la prueba de hidrógeno en el aliento para descartar el síndrome de sobrecrecimiento bacteriano (SIBO) o intolerancia a los carbohidratos.

Los expertos de la BSG recomiendan actividad física regular y consulta dietética a todos los enfermos con SII. Simultáneamente, no recomiendan eliminar distintos alimentos de la dieta sobre la base de la concentración de anticuerpos en clase IgG. En el tratamiento de 1.a línea se recomienda fibra soluble (p. ej. semillas de llantén de la India), que elimina con eficacia los síntomas generales y dolor abdominal en enfermos con SII. La terapia debe empezarse con dosis pequeñas (3‑4 h/d) de fibra e incrementarse gradualmente para minimizar el riesgo de efectos adversos (meteorismo). Al mismo tiempo, se debe evitar el consumo de fibra insoluble (p. ej. salvado de trigo), porque esta puede empeorar los síntomas. Una dieta baja en oligo-, di- y monosacáridos y polioles fermentables (low‑FODMAP) es una intervención dietética eficaz de 2.a elección, puesto que ayuda a controlar los síntomas generales y dolor abdominal. Se debe implementar bajo la vigilancia de un dietista capacitado. La reintroducción de los alimentos previamente eliminados de la dieta depende de la tolerancia del paciente a los mismos. No se recomienda seguir una dieta sin gluten en SII. Algunos antiespasmódicos y aceite esencial de menta piperita pueden aliviar los síntomas generales y dolor abdominal. Aunque los probióticos como grupo pueden ser eficaces en la eliminación de los síntomas generales y dolor abdominal, según los expertos de la BSG no se puede recomendar una cepa determinada para el tratamiento del SII. Si el paciente quiere tomar probióticos, será razonable utilizarlos durante un máximo de 12 semanas y, eventualmente, retirarlos en caso de ineficacia. En el tratamiento de estreñimiento en SII puede ser eficaz el uso de polietilenglicol, y en la terapia de diarrea, loperamida.

En el tratamiento de 2.a línea se utilizan, entre otros, los fármacos neuromoduladores del eje intestino‑cerebro, como antidepresivos tricíclicos e inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (SRRI). Disminuyen los síntomas generales y dolor abdominal y pueden ser recetados por los médicos de atención primaria. Se debe advertir al enfermo sobre los posibles efectos adversos de su uso, iniciar el tratamiento con dosis pequeñas e ir aumentándolas paulatinamente (p. ej. amitriptilina 1 × 10 mg/d, y un aumento progresivo hasta 30‑50 mg/d). En la forma de SII con predominio de diarrea puede ser eficaz el uso de un antibiótico no absorbible desde el tracto gastrointestinal (rifaximina) y un agonista de receptores opioides (eluxadolina; debido a las numerosas contraindicaciones, este fármaco debe ser recetado por especialistas). En el tratamiento especializado de pacientes con SII con diarrea también se utilizan los antagonistas de los receptores de serotonina 5‑HT3 (alosetrón, ramosetrón, ondansetrón), mientras que en caso de pacientes con SII con estreñimiento los expertos de la BSG recomiendan el uso de: agonistas del receptor de la guanilato ciclasa C (linaclotida, plecanatida), activador de los canales de cloruro intestinales (lubiprostona), inhibidor del intercambiador de sodio/hidrógeno (tenapanor) y agonista del receptor de la 5HT4 (tegaserod).

También se ha subrayado el papel de la terapia cognitivo‑conductual e hipnosis en el tratamiento de SII. La psicoterapia debe considerarse en caso de ineficacia de tratamiento farmacológico de 12 meses.

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