El examen de la piel del niño debe constituir un elemento rutinario de las actividades diarias de su cuidado, puesto que puede proporcionar mucha información valiosa que facilita el diagnóstico correcto de la enfermedad.
Piel
La piel es el órgano más grande del organismo humano, adaptado a desempeñar múltiples funciones de distinto tipo. Constituye una barrera contra los agentes físicos, químicos y mecánicos, defiende el organismo de la pérdida de fluidos corporales, recibe estímulos externos, y actúa como un lugar donde se producen varias reacciones del sistema inmunitario.
Está compuesto de tres capas —epidermis, dermis y tejido subcutáneo—, así como de los denominados anexos cutáneos que incluyen las glándulas, el pelo y las uñas.
Manifestaciones de las enfermedades de la piel: las erupciones
Los síntomas de las enfermedades de la piel son lesiones cutáneas denominadas técnicamente erupciones. Los procesos patológicos que conducen a la formación de erupciones pueden presentarse en cualquiera de las capas de la piel arriba mencionadas o afectar simultáneamente a todas ellas. Los trastornos sistémicos también pueden contribuir a la formación de lesiones cutáneas.
La valoración de las erupciones constituye la base del examen dermatológico realizado por un médico y el elemento crucial del diagnóstico de enfermedades de la piel (las denominadas dermatosis). El médico establece el diagnóstico basándose en la observación a simple vista de las lesiones cutáneas, su valoración con el tacto (palpación) y teniendo en cuenta los datos obtenidos mediante una anamnesis.
¿A qué aspectos deben prestar atención los padres al observar la piel del niño?
En la observación de las lesiones cutáneas en niños merece la pena prestar atención a su localización. También es importante el número de erupciones (individuales, múltiples), la distribución (simétricas, p. ej. psoriasis; asimétricas, p. ej. tiña corporal; unilaterales, p. ej. herpes zóster; generalizadas, conocidas como eritrodermia, p. ej. dermatitis atópica), así como su color (las lesiones rojas suelen asociarse con un estado inflamatorio).
Al valorar las lesiones cutáneas con el tacto, se debe comprobar su tipo (lesiones planas o elevadas-convexas) y superficie (textura lisa, áspera, p. ej. escamas, costras).
También hay que examinar el cuero cabelludo del niño, las uñas, así como la mucosa oral y de los genitales.
Se debe observar si el niño se queja de prurito, dolor o es demasiado sensible a los estímulos táctiles (la denominada hiperestesia).
Tipos de erupciones cutáneas | |
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Lesiones planas (se diferencian de la piel circundante solo por su color) |
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Lesiones elevadas, compactas, sólidas (palpables, elevadas sobre la superficie normal de la piel) |
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Lesiones elevadas llenas de líquido |
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Lesiones con superficie dañada |
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Otras |
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El examen de la piel del niño debe constituir un elemento rutinario de las actividades diarias de su cuidado, puesto que puede proporcionar mucha información valiosa que facilita el diagnóstico de la enfermedad.
Es importante el momento de aparición de las erupciones, su duración (la erupciones de poca duración son características de la urticaria), así como los cambios en su aspecto producidos con el tiempo (p. ej. en el curso del eccema). El cambio de color, tamaño y grosor de un nevo melanocítico desempeña un papel importante en la detección del melanoma, una de las neoplasias más graves.
¿Cuándo las lesiones cutáneas no requieren una consulta médica urgente?
La mayoría de las erupciones cutáneas (tales como máculas, pápulas) se asocian con dermatosis benignas que requieren tratamiento con preparados tópicos (p. ej. ungüentos y cremas prescritos por el dermatólogo).
En el caso de ciertas enfermedades, está indicada la supervisión continua por parte del dermatólogo y, muchas veces, la ingesta de fármacos orales.
¿Cuándo se debe acudir al médico con el niño?
Sin duda, una consulta dermatológica urgente es necesaria si aparecen lesiones de extensión rápida, con afectación de áreas significativas de la piel, que van acompañadas de síntomas generales (fiebre, escalofríos, prurito persistente o dolor).
Entre los síntomas preocupantes se encuentran: múltiples ampollas de formación rápida, separación de la dermis de la epidermis (como en las quemaduras solares), así como petequias de formación rápida. También es necesario acudir a un médico especialista si el niño tiene lesiones cutáneas persistentes o las erupciones se presentan en las membranas mucosas.