Entre los factores que aumentan el riesgo de enfermedades pancreáticas se encuentran: abuso del alcohol, tabaquismo, dieta rica en grasas, algunas enfermedades acompañantes, tales como colelitiasis, alteraciones lipídicas (hiperlipidemias, especialmente la hipertrigliceridemia), diabetes mellitus, uremia, colagenosis, infecciones víricas y bacterianas, así como trastornos autoinmunes.
Las enfermedades del páncreas generalmente son de curso bastante grave. Los síntomas de la pancreatitis aguda son dolor abdominal intenso, náuseas e incremento de la actividad α-amilasa. Se caracteriza por un daño reversible del páncreas, aunque en ciertos casos pueden producirse complicaciones multiorgánicas que requieren tratamiento hospitalario. La pancreatitis crónica cursa con dolor abdominal intenso y, en la fase avanzada, con síndrome de malabsorción que se manifiesta con esteatorrea, pérdida de peso y diabetes mellitus.
Dieta posterior a la pancreatitis aguda
La dieta posterior a la pancreatitis aguda debe establecerse de forma individual en función del estado de salud del paciente. La norma general consiste en evitar la estimulación del páncreas con alimentos durante la primera fase de convalecencia. Este período debe durar aproximadamente un mes.
Durante el primer mes es necesario limitar significativamente la cantidad de grasa en la dieta. Las comidas deben ser regulares en el tiempo, consumidas 4-5 veces al día y no demasiado copiosas. De la dieta se excluyen los alimentos fritos, horneados y con adición de grasas, salsas ricas en grasas a base de caldo de carne, pasteles con nata, hojaldre, productos de carne altos en grasas (incluido el fiambre), pescado azul, crema agria y mayonesa. También es imprescindible excluir el alcohol. Es necesario minimizar el uso de productos grasos para untar. En la preparación de salsas y sopas se evita la adición de roux y caldos de carne concentrados con mayor contenido de grasa.
No se recomiendan los alimentos ricos en fibra alimentaria difíciles de digerir: pan integral, sémolas gruesas, cebolla, repollo, frijoles.
Las comidas deben prepararse mediante cocción en agua, al vapor o al horno en bolsas de asar sin grasa. Se recomienda el pan de trigo, sémolas finas, queso fresco bajo en grasas, leche desnatada (0,5 % de materia grasa), carne magra de aves de corral, de ternera y de vacuno, patatas, verdura y fruta cocidas en forma fragmentada, blanda o de purés. En la medida de lo posible se recomienda evitar las verduras que contienen grandes cantidades de fibra alimentaria, como repollo y apionabo, y retirar las semillas y las pieles de las frutas y verduras. Se utilizan solamente condimentos suaves como canela, mejorana, albahaca, perejil y eneldo.
Se pueden tomar jugos diluidos de frutas y verduras y té suave. El té y el café cargados pueden agravar significativamente las molestias.
Durante la segunda fase de convalecencia se introduce de manera gradual una dieta menos estricta que contiene mayores cantidades de grasa. Sin embargo, deben seguirse las indicaciones para la preparación de comidas fáciles de digerir. Se puede aumentar la cantidad de productos lácteos con bajo contenido de materia grasa.
Durante la tercera fase de convalecencia el paciente puede regresar a una dieta normal que cumpla con los principios de la nutrición saludable. Conviene continuar limitando el consumo de alimentos ricos en grasas y fritos. Diversos estudios han demostrado que el ácido oleico y el hidroxitirosol, un flavonoide presente en grandes cantidades en el aceite de oliva virgen extra, así como los ácidos grasos insaturados omega-3 presentes en el pescado, pueden tener un efecto protector contra la pancreatitis aguda. Su aporte en la dieta tiene un efecto positivo sobre la composición lipídica de las membranas celulares y favorece la formación de compuestos de acción antiinflamatoria. Por lo tanto, a la hora de regresar a la dieta habitual e introducir gradualmente las grasas, en lugar de grasas de origen animal debe utilizarse el aceite de oliva. La dieta también debe incluir pescado marino.
Después de someterse a esta dieta es necesario observar si no se presenta cualquier molestia o síntoma preocupante, p. ej. meteorismo, sensación de plenitud postprandial, ruidos intestinales, dolor abdominal leve, o estreñimiento. En tal caso es necesario volver al régimen de alimentación previo. Para toda la duración de la dieta se aplica la prohibición absoluta del consumo de alcohol, incluida la cerveza.
Las mencionadas fases del tratamiento dietético en la pancreatitis aguda suelen prolongarse entre 4 y 6 semanas. Si durante alguna fase se presentan molestias, se debe regresar a la fase previa. En la mayoría de los casos, dichas molestias son el resultado de una insuficiencia pancreática exocrina, y a veces se requiere, por lo general temporalmente, un tratamiento complementario con extractos pancreáticos (pancreatina).
En algunos pacientes se presentan trastornos del metabolismo de los hidratos de carbono durante el período posterior a la pancreatitis aguda. En un bajo porcentaje de casos (<10 %) se desarrolla diabetes mellitus. Los principios de actuación para la diabetes en estos enfermos no son diferentes a los que se aplican para otras formas de esta enfermedad.