Absceso anal

ETIOPATOGENIAArriba

La causa más frecuente es la infección de las glándulas anales (las glándulas desembocan en las criptas anales). La obstrucción de la glándula provoca estasis de las secreciones, lo que favorece la inflamación y, dependiendo de la dirección en la extensión, lleva a la formación de un absceso de localización

1) superficial: absceso perianal (subcutáneo; 40-60 % de los abscesos anales) e isquiorrectal (15-25 %)

2) profunda: absceso interesfinteriano (10-20 %) y supraesfinteriano (2-6 %).

El absceso anal también puede producirse por enfermedades inflamatorias intestinales, neoplasias, con menor frecuencia traumatismos o por complicación yatrogénica.

CUADRO CLÍNICO E HISTORIA NATURALArriba

Síntomas

1) locales: fuerte dolor en el área del absceso; o en el hipogastrio si la localización es profunda, (a veces con retención urinaria)

2) generales: fiebre y debilidad general, sobre todo en caso de localización profunda.

Signos

1) absceso superficial: evaginación perianal visiblemente enrojecida, caliente, de consistencia aumentada, dolorosa a la palpación, a veces con fluctuación

2) absceso profundo: evaginación dolorosa, detectable al tacto rectal, sin alteraciones perianales visibles.

La complicación más frecuente es la recidiva del absceso o la formación de una fístula anal. Al retrasar o no realizar el tratamiento, hay riesgo de sepsis o de gangrena de Fournier.

DIAGNÓSTICOArriba

El absceso superficial se diagnostica mediante la anamnesis y exploración física. El absceso profundo por lo general requiere una prueba de imagen: ecografía transrectal y transperineal (de elección). Permiten evaluar la localización del absceso en relación con las estructuras anatómicas circundantes. Puede requerirse TCRMN de la pelvis.

TratamientoArriba

El tratamiento quirúrgico consiste en una incisión amplia y drenaje del absceso. Los abscesos profundos, sobre todo de múltiples cámaras y extensos, con frecuencia requieren intervenciones en varias etapas, incluido los drenajes en sedal o la terapia a presión negativa. Son muy importantes los controles frecuentes, el lavado de la herida y la educación del paciente en el cuidado adecuado de la herida y en la colocación de apósitos (prevención de un cierre de herida demasiado temprano: solo una cicatrización lenta y profunda reduce el riesgo de recidiva y de fistulización).

Después de realizar la incisión, la antibioticoterapia no es necesaria, pero reduce el riesgo de fístula. La antibioticoterapia está indicada en enfermos inmunodeficientes, con diabetes, con valvulopatías, y en caso de lesiones purulentas extensas.