Hace ya muchos meses que se buscan estrategias eficaces para tratar la infección por SARS‑CoV‑2. En la Unión Europea, hasta ahora solo se ha aprobado el uso de dos fármacos para tratar a los pacientes hospitalizados por una infección por SARS-CoV-2 (remdesivir y dexametasona). En las últimas semanas, se han producido debates acalorados en torno a dos fármacos bien conocidos que llevan años utilizándose con otras indicaciones médicas y que se han estudiado en ensayos clínicos en pacientes con COVID-19: la colchicina y la ivermectina. La colchicina es un alcaloide que reduce la respuesta inflamatoria a los microcristales de ácido úrico e inhibe la fagocitosis. Uno de los mecanismos de acción de la colchicina consiste en inhibir la polimerización de los microtúbulos en las células. Además, este fármaco influye en la actividad de las moléculas de adhesión celular y de las quimiocinas. Se ha demostrado que la colchicina produce efectos positivos en el mecanismo inflamatorio de la lesión pulmonar aguda en modelos animales. En Polonia, la colchicina está aprobada para el tratamiento de la gota. Asimismo, se administra a los pacientes con síndromes autoinflamatorios (p. ej. fiebre mediterránea familiar), enfermedad de Behçet y pericarditis.
A finales de enero de 2021, se publicaron los resultados de COLCORONA, un ensayo aleatorizado multicéntrico en el que se evaluaron los efectos de la colchicina en comparación con placebo en pacientes con COVID-19 y tratamiento ambulatorio. De momento, los resultados del estudio se han facilitado en forma de artículo no revisado (prepublicación) en la plataforma medRxiv.
El ensayo COLCORONA estuvo coordinado por el Montreal Heart Institute (Canadá) e incluyó a 4488 adultos con COVID-19 de distintos países. El grupo de ensayo estuvo formado por personas de por lo menos 40 años que no necesitaron hospitalización y presentaban al menos un factor de riesgo de infección grave por SARS-CoV-2. El criterio de inclusión básico fue el diagnóstico de COVID-19 confirmado por RT-PCR. Debido a las dificultades para acceder al diagnóstico molecular en la fase inicial de la pandemia, el estudio también incluyó a adultos con síntomas de COVID-19 que convivieran con personas infectadas por el SARS-CoV-2 (infección confirmada por pruebas de laboratorio), o cuyos síntomas no tuvieran otra explicación evidente según el algoritmo clínico de las guías oficiales. La colchicina se administró por vía oral, en dosis de 0,5 mg 2 veces al día durante 3 días, y después 1 vez al día durante 27 días más.
De entre los 4159 pacientes con COVID-19 confirmada por RT-PCR, el criterio de valoración primario compuesto (muerte u hospitalización en 30 días desde la aleatorización) se cumplió con menos frecuencia en el grupo de pacientes tratados con colchicina que en el grupo de pacientes que recibieron placebo (4,6 % vs. 6 %; OR 0,75 [IC 95 %, 0,57-0,99]; p=0,04). Al considerar la totalidad de los pacientes, también aquellos incluidos en el ensayo con base en los síntomas y los datos epidemiológicos, no se observó ninguna diferencia estadísticamente significativa. Se reportaron efectos adversos graves en el 4,9 % de los pacientes tratados con colchicina y en el 6,3 % de los pacientes que recibieron placebo (p=0,05). El efecto adverso más frecuente fue la diarrea, que afectó al 13,7 % de los pacientes que recibieron colchicina y al 7,3 % de las personas del grupo de control (p <0,0001). El número de casos de embolismo pulmonar fue mayor en el grupo de pacientes que recibieron colchicina que en el grupo de control (11 vs. 2).