Los investigadores observaron que el recuento de anticuerpos dirigidos contra la proteína S del SARS-CoV-2 y el RBD disminuyó moderadamente a lo largo de los 8 meses de observación, pero la cantidad de células B de memoria contra la proteína S mostró una tendencia al alza entre el 1.er y el 8.o mes después de la infección. El número de células de memoria T CD8+ y CD4+ disminuyó, con una semivida de 3-5 meses. Los anticuerpos IgG antiproteína S —incluidos los IgG dirigidos contra el RBD— y el recuento de anticuerpos neutralizantes mostraron una cinética similar. Los anticuerpos IgA antiproteína S aún permanecían en la mayoría de los pacientes entre el 6.o y el 8.o mes desde el debut de la enfermedad. En la respuesta de las células B de memoria, predominaron las productoras de IgG; la población de células productoras de IgA fue menor. Por otro lado, los linfocitos productores de IgM mostraron una supervivencia corta.
Aproximadamente en un 70 % de los pacientes, las células de memoria T CD8+ se detectaron 1 mes después de la infección, con una reducción al 50 % 6-8 meses después de la enfermedad. Las células de memoria CD4+ se detectaron en el 93 % de las personas después de un mes y en el 92 % después de 6-8 meses.
Los autores concluyen que, después de la infección por SARS-CoV-2, se desarrollan todos los tipos de memoria inmunitaria, la cual se mantuvo en aproximadamente el 95 % de los pacientes 6 meses después de la infección. Asimismo, señalan que el recuento de anticuerpos circulantes no ha reflejado la actividad de las células T de memoria, por lo que las serologías comunes que se emplean para determinar el recuento de anticuerpos contra el SARS-CoV-2 no se correlacionan directamente con la duración de la respuesta y la posible protección ofrecida por el sistema inmune.