Síndrome de Lemierre: conclusiones
Todos los enfermos recibieron atención de varios médicos de distintas especialidades, pero a pesar de ello no fue fácil establecer el diagnóstico definitivo. En los resultados de las exploraciones complementarias se encontraron numerosas anomalías, lo que dificultó la determinación de la etiología original de la enfermedad.
Tras analizar estos casos clínicos podemos observar que la tos y la disnea fueron los únicos síntomas comunes. Todos los pacientes tuvieron fiebre, pero no todos el día del ingreso. 2 enfermos notificaron dolor de la faringe y adenopatía, y 1 comunicó pérdida de la audición con evacuación de una secreción. Por su parte, la elevación de los marcadores de inflamación en suero fue la única característica común en las exploraciones complementarias. En 2 enfermos se observó la trombocitopenia y signos de lesión renal aguda. También 2 enfermos presentaron la hiperbilirrubinemia. En las pruebas de imagen de todos los 3 pacientes se observaron múltiples abscesos pulmonares y trombo en la VYI. Se debe subrayar que en ningún cultivo de sangre se logró cultivar F. necrophorum, es decir la bacteria que según la literatura es una causa frecuente del síndrome de Lemierre. Esta bacteria fue detectada solamente en 1 enfermo, en la prueba PCR de la subunidad e16S del ARNr bacteriano del material tomado durante el aseo del foco de osteomielitis.
A pesar de tanta variedad de manifestaciones clínicas y de los resultados de las exploraciones complementarias, la presencia de trombo en la VYI permitió determinar el diagnóstico definitivo. Esto demuestra la importancia de una prueba de imagen de cuello precoz en pacientes jóvenes con neumonía y abscesos múltiples. El diagnóstico correcto permite modificar la antibioticoterapia de tal manera que el tratamiento sea eficaz contra el patógeno causante más frecuente, es decir F. necrophorum. Se debe recordar que a la hora de elegir el antibiótico es necesario tomar en cuenta la fuente sospechada de la infección sistémica.
Otra conclusión importante se refiere al papel del aseo quirúrgico de los focos de infección. En uno de los pacientes la fiebre se resolvió solo tras el aseo quirúrgico del foco de osteomielitis, lo que demuestra la importancia de la intervención temprana de los cirujanos, siempre y cuando haya indicaciones para ello.
En cuanto al tratamiento anticoagulante, la enferma que no estuvo sometida al mismo no experimentó complicaciones. Esto apoya la posición de que en esta enfermedad el tratamiento anticoagulante no es necesario, si después de la antibioticoterapia el estado clínico del paciente mejora.
Los casos clínicos presentados demuestran que el diagnóstico del síndrome de Lemierre supone un reto y que es muy importante realizar precozmente una prueba de imagen de cuello. Basándonos en nuestras experiencias, creemos que vale la pena realizarla en la etapa temprana del proceso diagnóstico en los pacientes jóvenes sin comorbilidades que tienen neumonía con múltiples abscesos pulmonares. También es necesario recordar que el síndrome de Lemierre puede coexistir no solo con una infección oral o faríngea, por lo que en el diagnóstico hay que tomar en cuenta otras fuentes de la infección, p. ej. la otitis media.
Fig. 1 Resultados de las pruebas de imagen de una mujer de 19 años con síndrome de Lemierre. A y B: radiografía de tórax con progresión de infiltrados bilaterales. C: abscesos múltiples correspondientes a los émbolos sépticos en la TC (flecha). D: defecto en la ingurgitación de la vena yugular interna (flecha) en la TC, correspondiente al trombo
Fig. 2 Resultados de las pruebas de imagen de un hombre de 18 años con síndrome de Lemierre. A: radiografía de tórax con infiltrados pulmonares bilaterales. B: abscesos múltiples correspondientes a los émbolos sépticos en la TC (flecha). C: osteomielitis en el extremo esternal de la clavícula derecha en la TC (flecha)
Fig. 3 Resultados de las pruebas de imagen de un hombre de 29 años con síndrome de Lemierre. A: radiografía de tórax con abscesos pulmonares bilaterales. B: abscesos pulmonares bilaterales en la TC (flecha)
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