¿Cómo se establece el diagnóstico?
Es necesario el diagnóstico diferencial con otras enfermedades articulares. Es fundamental la información respecto a los factores de riesgo de la gota y su curso (→más arriba). El médico buscará las características de la artritis (como dolor, tumefacción, exudación, enrojecimiento, movilidad limitada de la articulación) y los tofos gotosos.
Ante la sospecha de gota, es preciso realizar varias mediciones de la concentración sanguínea de ácido úrico (por lo general su nivel está significativamente aumentado) y de la eliminación diaria de ácido úrico por la orina. Sin embargo, es necesario recordar que durante el ataque agudo de gota el nivel de ácido úrico puede ser normal.
Fig. Cristales de urato monosódico;
Fuente: Szczeklik, A. (red.), Choroby wewnętrzne. (Ed. 3), Kraków 2011
La confirmación definitiva del diagnóstico de la gota se obtiene mediante la evaluación microscópica de la presencia de cristales de urato monosódico en el líquido sinovial. Para realizar este estudio hay que tomar una muestra de líquido sinovial mediante punción de la articulación afectada (generalmente junto con la administración intraarticular de un antiinflamatorio). El examen del líquido sinovial permite diferenciar la gota de la denominada pseudogota, causada por el depósito de otro tipo de cristales en las articulaciones, y también permite descartar una posible infección bacteriana acompañante.
Tal como ya se ha mencionado, en algunos pacientes (jóvenes o con urolitiasis coexistente) también es necesario valorar la cantidad diaria de ácido úrico excretada en la orina. Además de las pruebas de laboratorio, también se realiza una radiografía para buscar erosiones, estrechamiento del espacio articular y tofos gotosos, aunque estos cambios aparecen en la fase tardía de la enfermedad. Una exploración de utilidad es también la ecografía.
A veces es necesario diferenciar la gota de otras enfermedades inflamatorias articulares, como artritis reumatoide. Para ello se realizan pruebas para dichas enfermedades.
Importante
Con el diagnóstico de gota hay que buscar trastornos que suelen acompañarla. Hay que medir el peso corporal y la presión arterial, determinar la concentración de la glucosa y los lípidos, los parámetros de la función renal y realizar un examen general de orina.
¿Cuáles son las formas de tratamiento?
Cambio del estilo de vida
En el tratamiento de la gota, el cambio del estilo de vida desempeña un papel fundamental que, muchas veces, es suficiente para mantener el nivel correcto de ácido úrico y prevenir los ataques de gota.
Las indicaciones más importantes son:
• mantener el peso corporal adecuado
• seguir una dieta apropiada: se deben evitar alimentos que aumentan la concentración de ácido úrico, sobre todo la carne, la casquería, los mariscos, así como alimentos que contienen fructosa (p. ej. bebidas azucaradas); es beneficioso el consumo de verduras, productos lácteos desnatados, nueces y la suplementación de vitamina C
• limitar el consumo de alcohol (especialmente la cerveza y los alcoholes fuertes)
• abandonar el hábito tabáquico
• mantenerse en buen estado físico
• realizar un control adecuado de la presión arterial y de la concentración de la glucosa y los lípidos
• mantener una hidratación apropiada, especialmente si hay urolitiasis (es necesario tomar como mínimo 2 litros de líquidos al día).
Tratamiento farmacológico de la gota
El tratamiento farmacológico de la gota depende de la fase de la enfermedad en la que se encuentre el enfermo.
Hiperuricemia asintomática
Aparte de introducir cambios del estilo de vida, no es necesario realizar ningún tratamiento, salvo si la concentración de ácido úrico es muy elevada y en algunas situaciones especiales (p. ej. enfermedad neoplásica).
Ataque agudo de gota
El objetivo del tratamiento es eliminar el dolor y otros síntomas de la artritis. Suelen utilizarse antinflamatorios no esteroideos y colchicina. La ventaja del uso de la colchicina es su acción rápida y la desventaja es que con frecuencia este fármaco provoca efectos adversos (generalmente náuseas, vómitos y diarrea). Existen numerosas contraindicaciones para el uso de este fármaco; entre otras, no se debe administrar en caso de infección coexistente. Un método de tratamiento eficaz y seguro es la administración de un antinflamatorio (glucocorticoide) directamente en el interior de la articulación, que suele ser precedida por la toma de una muestra de líquido sinovial para confirmar el diagnóstico y descartar una infección articular. En general, el tratamiento de un ataque agudo de gota dura entre una y dos semanas.
Importante
Durante el ataque agudo de gota no debe iniciarse el tratamiento para disminuir la concentración de ácido úrico (con alopurinol →más adelante), porque esto puede, paradójicamente, agravar los síntomas: las variaciones de la concentración de ácido úrico "activan" el depósito de cristales de urato monosódico. Sin embargo, durante un ataque posterior sí se debe continuar el tratamiento empleado con la dosis del fármaco establecida.
Período intercrisis
El objetivo del tratamiento es prevenir los ataques manteniendo unas concentraciones de ácido úrico bajas. Además de introducir cambios del estilo de vida, a veces resulta imprescindible el uso de fármacos que disminuyan la concentración de ácido úrico en sangre (→más adelante). Puesto que dichos fármacos al inicio del tratamiento pueden provocar un ataque de gota, se administran adicionalmente dosis bajas de antiinflamatorios no esteroideos o de colchicina.
Gota crónica
El tratamiento se centra en detener la progresión de la enfermedad y en tratar sus complicaciones. El fármaco más frecuentemente utilizado es el alopurinol, que inhibe la producción de ácido úrico. Un fármaco más reciente con una acción similar es el febuxostat. Otros fármacos (p. ej. probenecid) actúan aumentando la excreción de ácido úrico en la orina. Pueden utilizarse en personas con función renal normal que no han sido diagnosticadas de nefrolitiasis. El fenofibrato (fármaco utilizado en el tratamiento de las alteraciones lipídicas) y el losartán (fármaco que disminuye la presión arterial) también aumentan la excreción de ácido úrico, y son de gran utilidad en pacientes en los que coexisten dichas alteraciones. A lo largo del tratamiento es necesario realizar controles regulares de la concentración de ácido úrico en sangre. Es de gran importancia un diagnóstico rápido y el tratamiento de las enfermedades acompañantes de la gota, tales como obesidad, hipertensión arterial, trastornos del metabolismo de lípidos y carbohidratos, enfermedades renales y urolitiasis.
¿Es posible la curación completa de la gota?
Un diagnóstico precoz de la gota y su tratamiento adecuado permite la desaparición de los síntomas de la enfermedad y el funcionamiento normal. Si se eliminan los factores de riesgo de la gota (tales como obesidad, dieta inadecuada, abuso de alcohol, tabaquismo), frecuentemente no hay necesidad del uso crónico de fármacos. Desgraciadamente, la enfermedad no tratada demuestra un curso progresivo y con el tiempo puede conducir a la discapacidad.
¿Qué se debe hacer después de finalizar el tratamiento?
Una vez terminado el ataque de gota, el paciente debe sobre todo llevar un estilo de vida saludable (las indicaciones más importantes se enumeraron en el apartado: ¿Cuáles son las formas de tratamiento?). Si la causa de la hiperuricemia (p. ej. obesidad o errores en la dieta) ha sido eliminada y no se observan síntomas de la enfermedad, no es necesario monitorizar la concentración de ácido úrico. Sin embargo, se recomienda controlar el peso corporal y la presión arterial, así como realizar determinaciones regulares de la concentración de glucosa y lípidos.
¿Cómo se puede evitar?
El mejor método de prevención de la gota es mantener el peso corporal adecuado y disminuir el consumo de carne y alcohol. No se deben utilizar, en la medida de lo posible, fármacos que aumenten la concentración de ácido úrico (p. ej. diuréticos).