Personalidad limítrofe (trastorno límite de la personalidad, borderline): información general

Osobowość borderline - informacje ogólne
Aleksandra Wieczorek (MD)

La autora del artículo se dedica desde hace muchos años a ayudar a pacientes con trastornos de la personalidad, sobre todo a aquellos con diagnóstico de personalidad limítrofe. Presenta el conocimiento actual en este ámbito respaldado por una gran experiencia clínica. Menciona la definición del propio concepto de personalidad limítrofe, su posición dentro de las clasificaciones psiquiátricas actuales, así como su etiología. A continuación, presenta un enfoque psicoanalítico de los trastornos tratados, que es especialmente útil a la hora de comprender a estos pacientes y colaborar con ellos.

¿Qué es la personalidad limítrofe?

Es una traducción del término inglés borderline personality, que fue introducido por Robert Knight a mediados del siglo XX para definir a las personas cuyos trastornos psíquicos se situaban entre los trastornos psicóticos (esquizofrénicos) y neuróticos (neurosis). Sin embargo, las personas de este grupo no desarrollan síntomas lo suficientemente graves para poder establecer el diagnóstico de esquizofrenia. A pesar de que su estado emocional cambia constantemente, al mismo tiempo permanece estable; dicho estado se denomina "inestabilidad estable". Es uno de los subtipos de trastornos de la personalidad que —a menudo de manera equivocada— suele identificarse con todos ellos.

¿Cuándo se puede afirmar la presencia de trastornos de la personalidad?

Podemos hablar de la presencia de los trastornos de la personalidad cuando se observan rasgos de la misma que no se someten a cambios y dificultan la adaptación adecuada. Esto conduce a un deterioro significativo del funcionamiento social y profesional, o a un malestar subjetivo. Las personas con trastornos de la personalidad a menudo tienen problemas relativos al trabajo (p. ej. múltiples cambios de empleo o trabajo en puestos por debajo de su potencial) o experimentan dificultades en sus relaciones sociales (p. ej. despiertan emociones intensas, tales como ataques de ira, en los demás). Muchas veces presentan también menor tolerancia al estrés y puede que busquen ayuda sobre todo para limitar la influencia de los factores externos que lo producen; es decir, quieren cambiar el entorno en vez de a sí mismos. La manera en la que los trastornos de la personalidad se manifiestan siempre afecta a otras personas.

¿Qué significa el diagnóstico de trastornos de la personalidad?

En primer lugar, cabe destacar que los trastornos de la personalidad no deben considerarse en términos de una enfermedad como, por ejemplo, trastorno afectivo bipolar, esquizofrenia o gripe. Esto es así porque la personalidad funciona como un cierto nivel de organización de la psique de cada individuo, en el que se integra el impacto de los factores biológicos, psicológicos y sociales que determinan el estado mental general. La personalidad controla los procesos de afrontamiento y condiciona las posibilidades de adaptación psicológica o su ausencia.

Los problemas psicológicos y ambientales (estresores) pueden compararse con los factores patógenos, mientras que la personalidad, con el sistema inmunitario, cuya condición decide si —p. ej. en el caso del contacto con un agente patógeno— se producirá o no una infección (p. ej. gripe). Igualmente, la estructura de la personalidad decide si en una persona dada, bajo la influencia de varios estresores, van a manifestarse síntomas de trastornos mentales, p. ej. síntomas de ansiedad o depresión. Así consta en el DSM-IV (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, IV Edition), un sistema de clasificación psiquiátrica que no considera los trastornos de la personalidad en la misma categoría que otros trastornos mentales, como la esquizofrenia o la depresión mayor.

En algunos países, los trastornos de la personalidad se codifican según la, utilizada con fines contables y estadísticos, Clasificación Internacional de Enfermedades CIE-10, la cual sitúa los trastornos de la personalidad en el mismo nivel que otras enfermedades, como las ya mencionados anteriormente: trastorno afectivo bipolar, esquizofrenia o gripe.

El reconocimiento de los denominados aspectos sanos de la personalidad permite tratar eficazmente a los pacientes con trastornos de la personalidad. Los aspectos sanos son aquellos que no se someten al proceso destructivo. De nuevo se puede recurrir al sistema inmunitario para explicarlo: una enfermedad autoinmune no significa que todo el sistema inmunitario esté enfermo o alterado; así sucede también con la personalidad, ya que no se puede afirmar que toda la personalidad esté enferma por completo. Se debe prestar atención a los aspectos sanos del sistema inmunitario que permiten hacer frente al agente patológico y, por ejemplo, intentar eliminar las células neoplásicas. Algo semejante sucede con la personalidad: es imprescindible determinar sus aspectos sanos (no psicóticos).

Por lo tanto, según los autores, considerar los trastornos de la personalidad limítrofe en términos de una enfermedad lleva a una declaración concreta según la cual toda la personalidad está "enferma", lo que afecta negativamente al proceso terapéutico. En este punto nos referimos al proceso de tratamiento en sí mismo, y a comprender la dinámica y los fenómenos que lo componen. La experiencia obtenida hasta el momento respecto a la terapia de los pacientes con personalidad limítrofe demuestra que solo teniendo en consideración los aspectos sanos de su personalidad se consigue el tratamiento.

Personalidad limítrofe y otros trastornos de la personalidad

Lo más habitual para un individuo con personalidad limítrofe es experimentar un deseo muy intenso de tener una relación cercana y exclusiva con otra persona y, al mismo tiempo, sufrir miedo de carácter ambiguo. Primero, es el miedo a ser "absorbido" por la otra persona y, segundo, a ser abandonado por ella. Esto conduce a un estado de fuerte tensión emocional. A menudo sucede que, durante este estado de tensión emocional, dichas personas intentan suicidarse, se cortan y experimentan estados psicóticos transitorios (p. ej. delirios persecutorios).

Otros síntomas observados con frecuencia son: estados de ansiedad (p. ej. ataques de pánico), trastornos del estado de ánimo (principalmente de carácter depresivo), compulsiones y síntomas de varias enfermedades somáticas, tales como dolor de diferentes partes del cuerpo o síntomas neurológicos que no permiten determinar su base orgánica. También debe mencionarse el abuso de sustancias psicoactivas, trastornos alimenticios y perversiones sexuales. Cabe destacar que los síntomas descritos también pueden manifestarse en el caso de otros trastornos mentales.

Lo que más claramente diferencia la personalidad limítrofe de otros trastornos de la personalidad es, sobre todo, la dificultad para percibir simultáneamente los aspectos "positivos" y "negativos" de otras personas. Dichos aspectos suelen percibirse de manera extrema y la actitud hacia los demás cambia a menudo: desde la admiración y la idealización hasta el odio y el desprecio. Esto resulta especialmente difícil y doloroso para los "destinatarios" de estos sentimientos: tanto para la familia, amigos y conocidos, como para los médicos o terapeutas. En los familiares pueden alternarse fantasías orientadas a salvar al paciente, sentimiento de culpa, sensación de ira y aversión o impotencia. En el caso de los profesionales de salud mental, pueden presentarse conductas que violan los límites de la ética profesional. Las dificultades para mantener relaciones con personas con trastornos limítrofes no solo se aplican a las relaciones más cercanas. Van mucho más allá del ámbito de la psiquiatría y la psicoterapia.

Tal como se ha mencionado anteriormente, en dichas personas pueden manifestarse múltiples y diferentes conductas y síntomas, que les inducen a buscar ayuda no solamente entre los psiquiatras y psicoterapeutas, sino también entre otros especialistas: médicos de cabecera, internistas, toxicólogos, neurólogos, cirujanos, etc. A menudo causan confusión, tanto en el ámbito hospitalario y dentro de la relación terapéutica, como en las relaciones familiares y de amistad. Es así porque el caos interno que acompaña a las personas con personalidad limítrofe llega a manifestarse y se traslada al entorno más cercano.

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