Paresia y parálisis - página 2

Niedowład i porażenie
Piotr Kopiński (MD, PhD)

¿Cuáles son las causas más frecuentes de parálisis y paresia?

ACV

Una parálisis súbita de la mitad del cuerpo casi siempre es debida a un ACV. Se debe recordar que el ACV afecta con mayor fuerza a aquellas partes del cuerpo que realizan los movimientos más precisos. Por esta razón, el ACV bastante a menudo provoca una pérdida de todos los movimientos finos de la mano, pero en las extremidades inferiores los movimientos no se pierden por completo, sino que se produce una alteración importante de los mismos (alteraciones de la marcha). Por su parte, los movimientos gruesos del tronco suelen estar preservados en cierta medida. También hay que tener en cuenta que la parálisis/paresia del lado dominante (p. ej. derecho en caso de personas diestras) se acompaña de trastornos del habla, los cuales en casos graves tienen forma de afasia, es decir la pérdida completa del habla.

Como las pirámides se cruzan en la base del cerebro, el ACV del hemisferio derecho resulta en parálisis o paresia del lado izquierdo, mientras que el ACV del hemisferio izquierdo provoca parálisis del lado derecho, y en este caso se acompaña con mayor frecuencia de los trastornos del habla (ya que la mayoría de las personas es diestra).

En general, los casos graves de ACV se acompañan de trastornos de la sensibilidad y de la visión (el daño cerebral extenso afecta no solo a las vías motoras, sino también a las fibras adyacentes que conducen los estímulos del cuerpo a la corteza sensorial y a la vía visual por el lado afectado). Un signo importante que indica un ACV extenso son los trastornos de la conciencia, especialmente el coma.

Traumatismos craneoencefálicos

Una hemiparesia de rápida progresión también puede ser el resultado de traumatismos craneoencefálicos, especialmente si en un lado del cerebro, normalmente adyacente a los huesos del cráneo, se desarrolla un hematoma postraumático. A diferencia del ACV, la hemiparálisis y/o hemiparesia en algunos enfermos progresa de manera gradual y a veces se desarrolla a lo largo de semanas o meses. En este caso, la causa más probable es un tumor cerebral que oprime e interrumpe las vías piramidales. No obstante, la hemiparesia espástica de aumento gradual puede ser provocada por cualquier causa que produzca un daño de la motoneurona superior. Puede ser un cambio inflamatorio local, absceso, cisticerco, esclerosis múltiple y muchas causas más.

Lesión transversal de la médula espinal

Parálisis o paresia se presentan también en cada caso de lesión transversal de la médula espinal. En estos casos, la paresia espástica afecta a las áreas inervadas por los segmentos de la médula espinal ubicados por debajo del lugar de la lesión (se produce la ruptura de las prolongaciones nerviosas de la motoneurona superior, mientras que la inferior sigue funcionando). También los cambios ateroescleróticos e involutivos (asociados a la edad) pueden provocar síntomas de paresia espástica o incluso parálisis de los miembros en personas de edad avanzada. A menudo, esto afecta a los cuatro miembros (la denominada tetraplejía).

Las paresias (y parálisis) flácidas afectan más frecuentemente a un músculo en particular o a grupos musculares. En general, se deben a la interrupción (compresión) de la vía entre el nervio motor inferior y el músculo, y pueden afectar tanto al nervio, como al músculo. Las causas frecuentes incluyen traumatismos de los miembros, especialmente si se produce la ruptura del nervio motor, compresión de los nervios que salen de la médula espinal (p. ej. en la ciática grave) o del nervio que pasa por la muneca (síndrome del túnel carpiano), así como algunas intoxicaciones y coma grave.

Neuritis

Las paresias/parálisis flácidas pueden deberse también a inflamaciones del nervio, p. ej. en personas que sufrieron polio, es decir la enfermedad de Heine-Medin, la enfermedad de Lyme, alcoholismo, diabetes mellitus e intoxicaciones por sales de metales pesados. Suelen predominar los trastornos de la sensibilidad, y las paresias flácidas aparecen en estadios más avanzados. Las paresias generalizadas se presentan también en el contexto de una miastenia grave, una enfermedad provocada por autoanticuerpos dirigidos contra las uniones neuromusculares del enfermo.

¿Cómo actuar en caso de parálisis o paresia?

La paresia, y sobre todo parálisis, es en general un signo peligroso que indica una enfermedad grave y no ocurre a personas sanas, ya sea de aumento gradual o de aparición súbita. La única actuación correcta por parte del enfermo es notificar este estado a los allegados (si no se ha producido la pérdida de conciencia). Este signo, tal y como se deriva de la información proporcionada en este artículo, puede indicar un estado de compromiso vital inminente. No puede tratarse por cuenta propia. El paciente debe acudir urgentemente al médico. En caso de alteraciones de la conciencia, afasia o traumatismo de la cabeza, los testigos deben llamar inmediatamente a una ambulancia, ya que el paciente que presenta tales manifestaciones se encuentra en una situación de compromiso vital inminente. Es importante no ignorar ni siquiera manifestaciones leves de la paresia, incluso si se resuelven rápidamente (esto incluye también casos de afasia o confusión transitorias). A menudo, los enfermos en estos casos no acuden al médico, pero las manifestaciones pueden reaparecer poco después de una mejoría transitoria.

¿Qué hará el médico al notificarle parálisis o paresia?

El médico verificará de manera preliminar si existe un compromiso vital inminente y evaluará el estado de conciencia del enfermo (¿coma?). Mediante un examen neurológico rápido comprobará el carácter de la paresia (espástica o flácida) y evaluará el nivel en el cual se presenta y a cuántos músculos afecta. Hasta que quede clara la gravedad del estado del enfermo, el médico recogerá simultáneamente los datos de la anamnesis con los familiares, indicará los exámenes (p. ej. tomografía computarizada del cráneo, resonancia magnética del cerebro, ecografía de las arterias que irrigan el cerebro) e interrogará al paciente (si está consciente) con el fin de determinar la presencia, el carácter y la causa de las manifestaciones. Debido a que la actuación y las posibilidades de conseguir un éxito terapéutico en ACV isquémico y hemorrágico difieren sustancialmente, es importante que el enfermo con sospecha de ACV sea trasladado inmediatamente a una unidad en la cual se podrá realizar las pruebas de imagen cerebral las 24 horas al día (por lo menos la tomografía computarizada de la cabeza).

Si las manifestaciones aumentan de manera gradual, el médico tiene más tiempo para establecer el diagnóstico. No obstante, incluso el diagnóstico de los síntomas y signos de paresia de evolución lenta debe conducirse en condiciones hospitalarias. Pueden ser útiles las exploraciones complementarias de laboratorio, incluido el hemograma de sangre periférica, la determinación de la concentración de glucosa (p. ej. el coma hipoglucémico a veces se asemeja a la típica hemiparesia espástica), urea, creatinina (paresia flácida generalizada en acidosis grave provocada por la insuficiencia renal), electrólitos (tetania por bajos niveles de calcio puede requerir diagnóstico diferencial con paresia espástica, especialmente si es focal), exploraciones serológicas (enfermedad de Lyme, sífilis, infecciones víricas que provocan p. ej. encefalitis), entre otras. Es importante la cooperación de la familia/de los cuidadores para recoger los datos de la anamnesis, especialmente si el enfermo está inconsciente.

Independientemente de la causa, el enfermo con una paresia permanente requiere fisioterapia y rehabilitación prolongada, a menudo durante varios años.

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