Lesiones pulmonares

Lesiones pulmonares

Henryk Olechnowicz

Las lesiones pulmonares suelen estar provocadas por traumatismos torácicos, los cuales se dividen en penetrantes y cerrados. Estos traumatismos pueden provocar las siguientes consecuencias:

1) desgarro directo del parénquima pulmonar

2) contusión pulmonar

3) hematoma pulmonar intraparenquimatoso

4) desgarro de la tráquea y los bronquios mayores.

1. Desgarro del parénquima pulmonar

Tanto los traumatismos penetrantes como los cerrados (p. ej. los causados por fragmentos de costillas rotas) pueden provocar un desgarro del parénquima pulmonar e interrumpir la continuidad de la pleura pulmonar. Las heridas en el parénquima pulmonar están acompañadas por lesiones en los vasos sanguíneos y los bronquios. El desgarro pulmonar con ruptura de pleura siempre produce neumotórax y hemotórax. En las lesiones pulmonares, la sangre extravasada puede llegar al árbol bronquial, lo cual se manifiesta mediante una hemoptisis. El neumotórax, el hemotórax y la oclusión del árbol bronquial (provocada por coágulos) pueden generar una insuficiencia respiratoria.

En estos casos, los enfermos han de ser tratados en la UCI o en unidades de cirugía torácica. Requieren la aplicación de un drenaje pleural (cap. II.J.8) y, en el 10-15 % de los casos, de una operación quirúrgica. El objetivo de la operación quirúrgica es detener la hemorragia y suturar el sitio de la fuga de aire. En la mayoría de los casos, es necesario extirpar el parénquima pulmonar dañado. En las lesiones más extensas, puede ser pertinente extirpar el lóbulo e incluso el pulmón entero. Para que el tratamiento resulte eficaz, es imprescindible evacuar por completo la sangre y los coágulos de la cavidad pleural, así como lograr una dilatación pulmonar total. Como consecuencia de un drenaje ineficaz, se forma tejido conjuntivo fibroso en la cavidad pleural (fibrotórax: cap. II.J.6), lo que tras 2-3 semanas desemboca en una reducción de la movilidad de las paredes torácicas.

2. Contusión pulmonar

La contusión pulmonar acompaña en menor o mayor medida a casi todos los traumatismos cerrados del tórax. Un incremento repentino de la presión intratorácica provoca la dilatación y la ruptura de las paredes de los alvéolos pulmonares con capilares. Como consecuencia de estas lesiones, se originan derrames hacia la luz de los alvéolos y se produce un edema intraparenquimatoso en el lugar de la contusión. Este edema altera posteriormente la permeabilidad de los bronquiolos pequeños y provoca una atelectasia del parénquima pulmonar. La zona del parénquima pulmonar afectada por la contusión no participa en el intercambio gaseoso, lo que desemboca en una hipoxemia. Por lo general, un examen radiológico en las 24 h posteriores a la lesión no muestra alteraciones en los pulmones. Tienen que pasar decenas de horas hasta que la radiografía torácica presente sombras parenquimatosas. El síntoma principal de la contusión pulmonar es la insuficiencia respiratoria que, al igual que las alteraciones radiológicas, aparece más de diez horas después de la lesión. En los casos de contusiones en áreas pulmonares extensas, se puede desarrollar una insuficiencia respiratoria aguda (SDRA). Cuando las alteraciones en la capacidad respiratoria son pequeñas, el tratamiento se basa en oxigenoterapia y analgésicos. Un incremento en la insuficiencia respiratoria requiere la aplicación de una ventilación mecánica de los pulmones (cap. II.O.5).

3. Hematoma pulmonar intraparenquimatoso

El hematoma pulmonar intraparenquimatoso se produce a consecuencia de la ruptura de una arteria dentro del pulmón, sin que llegue a romperse la pleura pulmonar. La sangre extravasada se acumula dentro del lóbulo pulmonar sin que pueda salir a la cavidad pleural. En este caso, se observa una sombra ovalada en la radiografía torácica. Los hematomas pequeños experimentan una reabsorción en cuestión de semanas. En caso de que tenga lugar una infección del hematoma, se desarrolla un absceso pulmonar que en ocasiones requiere cirugía.

4. Desgarro de la tráquea y los bronquios mayores

El desgarro de la tráquea y los bronquios mayores no suele ocurrir a consecuencia de traumatismos externos, sino que, por lo común, es la consecuencia de lesiones yatrogénicas causadas durante una intubación o una broncoscopia. Los síntomas del daño en la tráquea o en el bronquio mayor son un enfisema subcutáneo y un neumomediastino, ambos observables en las pruebas radiológicas. En estos casos, el enfisema subcutáneo suele aumentar bruscamente y afecta al cuello, la cara, las extremidades superiores y el tronco. El desgarro de la tráquea o del bronquio mayor también está acompañado de tos, disnea progresiva y hemoptisis. La prueba diagnóstica básica es la broncoscopia, que permite determinar con precisión el sitio y la extensión del daño de la tráquea o del bronquio, lo cual facilita la elección del tratamiento. En la mayoría de los casos, el tratamiento quirúrgico es imprescindible.