Vacunación de personas con enfermedades autoinmunes tratadas con inmunosupresores o fármacos biológicos

En comparación con la población de adultos sanos, el riesgo de infecciones y sus complicaciones suele ser mayor en personas con enfermedades autoinmunes. Las frecuentes hospitalizaciones aumentan el riesgo de contacto con agentes infecciosos, y el tratamiento inmunosupresor o los trastornos inmunológicos asociados con la enfermedad de base deterioran la respuesta inmunológica frente a la infección. No existen contraindicaciones para las vacunas "muertas" en pacientes en remisión. En el caso de las vacunas "vivas" se deben tener en cuenta las posibles contraindicaciones derivadas de la administración de un tratamiento inmunosupresor. Al elegir las vacunas, se debe tener en cuenta el riesgo de infección por un patógeno determinado, la posibilidad de evolución grave de la enfermedad y las complicaciones (incluida la exacerbación de la enfermedad de base [p. ej. esclerosis múltiple] en el curso de la enfermedad infecciosa).

Por lo general, debe evitarse la vacunación durante la exacerbación de la enfermedad de base. Sin embargo, si la probabilidad de exposición a un microorganismo es alta (p. ej. durante una epidemia de gripe), la vacunación es mucho más segura que el riesgo de complicaciones. En estos casos debe considerarse la vacunación, a menos que existan otros métodos preventivos, o contraindicaciones absolutas para la vacunación (p. ej. una vacuna "viva").

La actividad de la enfermedad autoinmune no es contraindicación para la vacunación posexposición (hepatitis A, hepatitis B, tétanos y rabia). También hay que recordar que en los pacientes inmunodeprimidos la respuesta a la profilaxis activa es incierta, por lo que la profilaxis pasiva posexposición debe considerarse.

El tratamiento inmunosupresor utilizado en enfermedades autoinmunes puede afectar la eficacia de la vacunación o constituir una contraindicación para la administración de vacunas "vivas". En circunstancias excepcionales, en el caso de algunas vacunas "vivas" (p. ej. contra la fiebre amarilla), se puede considerar interrumpir temporalmente el tratamiento inmunosupresor para que la vacunación pueda llevarse a cabo después de un período de suspensión adecuado. Esta decisión debe ser tomada por el especialista que supervisa el tratamiento del paciente.