Descontaminación

El objetivo de la descontaminación es eliminar el tóxico que no se ha absorbido y de esta manera disminuir la cantidad de este agente que puede pasar a la circulación sanguínea y por lo tanto llegar a los tejidos.

Descontaminación de la superficie corporal (piel y ojos)

El tóxico que permanece en la superficie corporal debe eliminarse quitando la ropa contaminada y lavando cuidadosamente la superficie contaminada de la piel con agua tibia. Si el tóxico no es hidrosoluble se retira con jabón o con un detergente suave.

Los ojos deben enjuagarse con un chorro de agua durante algunos minutos, hacia el borde externo, y preferiblemente con agua tibia (no caliente). No se debe perder el tiempo en la búsqueda de líquidos especiales para el enjuague, si bien, lo ideal sería lavar con una solución tibia de NaCl al 0,9 %. Lo más importante es una descontaminación rápida.

Descontaminación del tracto digestivo

Debe considerarse tras la ingesta de cualquier tóxico.

1. Inducción de vómitos

No se recomienda inducir vómitos de manera rutinaria, sobre todo en condiciones extrahospitalarias. En caso de consumo de una dosis potencialmente letal de una sustancia tóxica está permitido que el mismo afectado o el personal médico haga este procedimiento. Está absolutamente contraindicado ante la falta de consentimiento del paciente, en personas inconscientes, con convulsiones y en las intoxicaciones por sustancias cáusticas y de fácil formación de espuma, hidrocarburos y solventes orgánicos.

2. Lavado de estómago

Tiene la máxima eficacia dentro de la 1 h posterior al consumo de una cantidad considerable de un tóxico sólido potencialmente peligroso. No está indicado realizarlo de manera rutinaria en todos los casos con sospecha de intoxicación. La presencia de restos de fármacos, plantas o setas tóxicas en el retorno del contenido gástrico no implica que se haya podido eliminar del sistema una cantidad importante del agente tóxico, puesto que este pudo absorberse anteriormente y los residuos no lo contienen.

Contraindicaciones:

1) envenenamiento con sustancias cáusticas (riesgo de perforación)

2) envenenamiento con agentes volátiles, hidrocarburos, detergentes y alcoholes (alto riesgo de aspiración)

3) riesgo considerable de sangrado del tracto digestivo

4) paciente inconsciente, si no se ha realizado intubación endotraqueal

5) agitación psicomotora significativa

6) falta de consentimiento del paciente consciente.

Técnica de realización

1) En pacientes inconscientes primero realizar intubación endotraqueal.

2) Colocar a las personas con alteración del nivel de conciencia en decúbito lateral, lo que prevendrá la aspiración. En los pacientes conscientes puede realizarse el lavado en posición sentada.

3) Utilizar una sonda gruesa (en adultos 30 °F) untada con gel (p. ej. con lidocaína); también se necesita un embudo y un recipiente para el retorno del contenido gástrico.

4) Tras introducir la sonda, asegurarse de que esté colocada en el estómago, bien aspirando el contenido del mismo, bien auscultando el abdomen a la vez que se introduce aire a través de la sonda. En adultos, el cardias está generalmente a ~40 cm desde la línea de los dientes.

5) A través de la sonda instilar 250 ml de agua (en adultos) a temperatura corporal y, antes de que el agua desaparezca del embudo, colocarlo sobre un recipiente ubicado por debajo de la altura del estómago para recibir el retorno de agua instilada (fenómeno del sifón). Repetir el procedimiento varias veces hasta la obtención de lavados transparentes (para esto se utilizan varios litros de líquido).

6) En caso de que esté indicado, se añade carbón activado a la última administración de agua.

Complicaciones:

1) neumonía por aspiración

2) perforación del tubo digestivo o de la faringe

3) hipoxemia

4) alteraciones del ritmo cardíaco

5) trastornos hidroelectrolíticos.

3. Administración de carbón activado

La administración de una dosis única de carbón activado (en adolescentes y adultos: 25-100 g) no es un procedimiento rutinario y hasta el momento su eficacia no ha sido demostrada en ensayos clínicos. Se debe considerar esta intervención si desde la ingesta de la sustancia tóxica han transcurrido ≤60 min, el enfermo tiene conservados los reflejos faríngeos o está intubado y ha ingerido una dosis potencialmente tóxica de una toxina que es adsorbida por el carbón activado. Se justifica administrar el carbón activado p. ej. en intoxicaciones por: fenobarbital, calcioantagonistas, β-bloqueantes, glucósidos digitálicos, fármacos antihipertensivos, salicilatos, carbamacepina y otros fármacos antiepilépticos, colchicina, metotrexato, opioides, paracetamol, pesticidas, sustancias de origen biológico, teofilina, fármacos antidepresivos y antipsicóticos.

Contraindicaciones: las mismas que en el lavado de estómago, además de en intoxicaciones por metales (p. ej. litio y hierro) y alcoholes, íleo o perforación del tracto digestivo.

4. Administración de laxantes

No se utiliza en el tratamiento de las intoxicaciones agudas.

5. Lavado del tracto digestivo

Raramente utilizado para el tratamiento de intoxicaciones agudas. Se administra una gran cantidad de líquido (solución de electrólitos y polietilenglicol) VO a los pacientes conscientes o, a través de una sonda gástrica, a los inconscientes. Se considera este método en caso de intoxicaciones por: hierro, litio, plomo, potasio, β-bloqueantes, calcioantagonistas, fármacos de liberación prolongada (comprimidos recubiertos), así como ante la sospecha de que el paciente hubiese ingerido paquetes de drogas.

Contraindicaciones: apertura de un paquete de drogas en el tracto digestivo, intoxicaciones por agentes cáusticos, íleo o perforación del tracto digestivo, inestabilidad hemodinámica, vías respiratorias no aseguradas en pacientes inconscientes, falta de consentimiento del paciente consciente.