Insecticidas organofosforados

Los insecticidas organofosforados (p. ej. malatión: CAS 121-75-5) suelen presentarse en forma de suspensión o solución en distintas concentraciones de la sustancia activa. Los disolventes (tolueno o xileno) suelen ser portadores de la suspensión. El pesticida es hidrosoluble. También pueden encontrarse insecticidas en forma de polvo o granulado. Se unen a la acetilcolinesterasa y la inhiben, lo que resulta en la acumulación de acetilcolina en las uniones neuronales y neuromusculares que a su vez causa un síndrome colinérgico (→cap. XIII.B.1). A este grupo de compuestos pertenecen también los gases tóxicos utilizados como armas químicas, tales como el tabún, sarín y somán. Los oxones provocan una inhibición particularmente fuerte de la acetilcolinesterasa por medio de la sulfoxidación (reemplazo de los átomos de azufre por los átomos de oxígeno). Los gases tóxicos que ejercen acción directa sobre la acetilcolinesterasa (sin sulfoxidación) son los más peligrosos.

Las intoxicaciones por inhalación de insecticidas organofosforados suelen ser poco peligrosas y oligosintomáticas. Son más graves las intoxicaciones por consumo accidental o voluntario de soluciones concentradas.

Cinética y metabolismo

Se absorben bien por el tracto digestivo, la piel y las vías respiratorias. Se acumulan en los órganos, sobre todo aquellos ricos en lípidos. Se metabolizan en el hígado. Los metabolitos son eliminados por la orina.

Toxicidad

La dosis tóxica depende de la clase de toxicidad del preparado y en caso de los insecticidas de acción más fuerte es de 10 mg/kg. Los disolventes, tolueno y xileno, también tienen efecto tóxico.

Cuadro clínico

→cap. XIII.B.1. Después del envenenamiento, a veces incluso después de mucho tiempo, pueden aparecer síntomas del denominado síndrome intermedio, con debilidad muscular recurrente resistentes al tratamiento con antídotos.

Tratamiento

→cap. XIII.B.1.