Síndrome de fragilidad en los enfermos con IAMCEST tratados con ICP
El síndrome de fragilidad es un problema clínico cada vez más frecuente, aunque todavía infravalorado, que influye en la presencia de complicaciones intrahospitalarias y en el pronóstico. A pesar de que el número de los pacientes ancianos hospitalizados por SCA sigue en aumento, todavía faltan datos relativos a los factores que favorecen la progresión de las manifestaciones del síndrome de fragilidad durante la hospitalización.
Los autores de un análisis retrospectivo multicéntrico evaluaron el grado de manifestaciones del síndrome de fragilidad al ingreso y al alta hospitalaria en los pacientes ≥80 años tratados con ICP por IAMCEST. Para evaluar este grado, se utilizó la escala clínica de fragilidad de 9 estadios. De 288 enfermos, 30 murieron durante la hospitalización, y el análisis final incluyó a 244 personas. La edad promedio fue de 84,4 años, y el 52 % de los participantes fueron mujeres.
La población estudiada se clasificó en 2 grupos: 72 (29,5 %) enfermos con progresión y 172 (70,5 %) enfermos sin progresión de las manifestaciones del síndrome de fragilidad durante la hospitalización. En general, los pacientes con progresión del síndrome de fragilidad fueron de edad más avanzada, en su mayoría mujeres, y destacaban por la coexistencia más frecuente de los antecedentes de accidente cerebrovascular o de sangrado intracraneal, y por los niveles más bajos de hemoglobina y albúmina en plasma durante la hospitalización. Los pacientes con progresión del síndrome de fragilidad fueron clasificados con mayor frecuencia —en comparación con los enfermos sin progresión— en el estadio 4 según Killip y Kimball, y también requirieron más a menudo la contrapulsación intraaórtica u otros sistemas de soporte cardiovascular percutáneos. No se observaron diferencias importantes entre los grupos en cuanto a la estrategia terapéutica. En los pacientes con progresión de las manifestaciones de fragilidad durante la hospitalización fueron más frecuentes los casos de accidente cerebrovascular (6 % vs. 0 %; p = 0,007). También requirieron una hospitalización más prolongada (19 [11‑35] días vs. 13 [9‑19] días; p <0,01). Aunque en ambos grupos el estadio de fragilidad al ingreso más frecuente fue el estadio 3, el día del alta hospitalaria, los pacientes con progresión de las manifestaciones fueron clasificados con mayor frecuencia al estadio 7 según la escala CSF.
El análisis multifactorial demostró que la edad (OR 1,08; IC 95 %: 1,00‑1,17) y el estadio 4 según Killip y Kimball al ingreso (OR 3,34; IC 95 %: 1,26‑8,85) fueron los predictores importantes de la progresión del síndrome de fragilidad.
Los resultados de los estudios confirman la relevancia del síndrome de fragilidad en las personas ≥80 años tratadas de manera invasiva por infarto de miocardio. Parece que todos los pacientes ancianos deben estar valorados para la presencia del síndrome de fragilidad y su estadio. Los enfermos de edad avanzada con manifestaciones de la insuficiencia cardíaca descompensada tienen un riesgo particularmente alto de progresión de la misma.
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