Nódulos tiroideos

Guzki tarczycy
Piotr Miśkiewicz (MD, PhD), Tomasz Bednarczuk (MD, PhD)

¿Qué son los nódulos tiroideos y cuáles son las causas de su formación?

La tiroides es un órgano de pequeño tamaño localizado en la base del cuello y compuesto por dos lóbulos conectados por el istmo. Es responsable de la producción y liberación de dos hormonas —la triyodotironina (T3) y la tiroxina (T4)— que regulan la función de la mayoría de los tejidos del organismo e influyen en el metabolismo y la termogénesis (producción de calor). La función tiroidea es controlada por la glándula hipófisis, la cual libera la hormona tirotrópica (TSH), que estimula la tiroides para producir las hormonas T3 y T4.

Los nódulos tiroideos son lesiones sólidas (llenas de células) o llenas de líquido (quistes) en la tiroides que son palpables en la exploración del cuello. Muchas de las lesiones focales detectadas en la ecografía no son palpables en la exploración física del cuello. Entonces el médico no llamará a estas lesiones "nódulos". La causa definitiva de la formación de nódulos tiroideos es desconocida. A veces se detectan en miembros de una misma familia, por lo que el desarrollo de nódulos puede estar determinado genéticamente. Entre otras causas de la formación de nódulos tiroideos se enumeran:

• carencia de yodo en la dieta (...)
• enfermedad de Hashimoto (detalles: Enfermedad de Hashimoto).

¿Con qué frecuencia se presentan?

Los nódulos tiroideos son una patología de la tiroides diagnosticada frecuentemente, y el problema más común por el que el paciente acude al endocrinólogo. La prevalencia es mayor en mujeres que en hombres y aumenta con la edad. Se estima que en los países con aporte suficiente de yodo la frecuencia de nódulos tiroideos es de un 6 % en mujeres y de un 1 % en hombres. La frecuencia de lesiones focales detectadas mediante ecografía es incluso mayor.

La gran mayoría de los nódulos son de carácter benigno. Un pequeño porcentaje de nódulos son cáncer de tiroides.

¿Cómo se manifiestan?

Por lo general, los síntomas de los nódulos tiroideos pueden dividirse en locales (relacionados con el tamaño de los nódulos y de la tiroides) y asociados a las alteraciones de la producción de hormonas tiroideas. La mayoría de los nódulos tiroideos son lo suficientemente pequeños para no causar ningunos síntomas locales; habitualmente se detectan durante un examen médico de rutina. Además, las lesiones focales en la tiroides a menudo se detectan de forma accidental en la ecografía. Si el nódulo o el bocio nodular aumentan significativamente su tamaño, pueden aparecer problemas al tragar por compresión del esófago o problemas al respirar por compresión de la traquea. Esporádicamente, puede aparecer un dolor en la zona tiroidea que se irradia hacia las orejas o ronquera.

En algunos pacientes los nódulos tiroideos empiezan a producir una cantidad excesiva de hormonas tiroideas, lo que conduce a la aparición de síntomas del hipertiroidismo. Si los nódulos se formaron en el transcurso de la enfermedad de Hashimoto, el síntoma principal puede ser el hipotiroidismo.

¿Cómo actuar ante los síntomas?

Aunque la mayoría de los nódulos tiroideos son de carácter benigno y no provocan molestias, cuando el paciente se observe cualquier cambio en la zona tiroidea, debe acudir al médico para que pueda tomar decisiones al respecto. El enfermo con un nódulo tiroideo debe consultar al médico especialista de forma urgente en los siguientes casos:

• el nódulo o la circunferencia del cuello han aumentado de tamaño en poco tiempo,
• el dolor de cuello aparece espontáneamente en la zona tiroidea,
• los ganglios linfáticos cervicales también aumentan de tamaño,
• aparecen problemas al tragar o al respirar,
• se presenta ronquera (especialmente si el laringólogo descartó laringitis),
• se presentan síntomas de hipertiroidismo (detalles: Hipertiroidismo),
• existen antecedentes familiares de cáncer de tiroides,
• en el pasado el enfermo estuvo expuesto a irradiación en la zona de cuello.

¿Cómo se establece el diagnóstico?

El médico tratará de responder a dos preguntas principales:

• ¿El nódulo tiroideo es una neoplasia maligna y cuál es la causa de su formación?
• ¿Se observan trastornos de la función tiroidea en el enfermo?

Con este propósito, el médico primero realizará una exploración (anamnesis y exploración física), prestando atención a los síntomas de hipo/hipertiroidismo, los factores de riesgo de una neoplasia tiroidea y otras posibles causas de la formación del nódulo. En la exploración física se valora, entre otros, el tamaño de la lesión, su dureza, si se presentan otros nódulos (p. ej. en el otro lóbulo de la tiroides), si los ganglios linfáticos están aumentados de tamaño.

Para evaluar la función tiroidea es necesario realizar pruebas hormonales. El médico de cabecera puede indicar una prueba preliminar para valorar la función tiroidea (determinación de la concentración de TSH en sangre). Si el resultado obtenido es anormal, es necesario determinar los niveles de las hormonas tiroideas libres (T4 y/o T3).

A continuación, se enumeran las pruebas que pueden ser de ayuda para establecer la causa de la formación del nódulo.

La ecografía tiroidea es una prueba sensible, de amplia disponibilidad y no invasiva, con la que se puede valorar, entre otros, el tamaño y el "tipo" de lesiones focales en la tiroides. No se puede confirmar definitivamente si la lesión es maligna basándose en la ecografía, sin embargo, las lesiones hipoecogénicas , con forma y bordes irregulares, con presencia de microcalcificaciones, el flujo sanguíneo aumentado en el nódulo y el aumento de los ganglios linfáticos cervicales son signos más "sospechosos" (en caso de presencia de estas características el riesgo de cáncer es mayor) y requieren un diagnóstico más detallado, incluida la punción tiroidea.

Una de las pruebas más básicas utilizadas en el diagnóstico de los nódulos tiroideos es la punción aspirativa con aguja fina (PAAF). El médico determina cuándo se debe realizar una PAAF basándose en los datos clínicos (obtenidos en la exploración física), el tamaño de la lesión, su imagen ecográfica y los eventuales resultados de las PAAF realizadas con anterioridad. El objetivo principal de la prueba es seleccionar un grupo de enfermos en los que el tratamiento quirúrgico esté indicado (que corran el riesgo de desarrollar una neoplasia maligna). Mediante un control ecográfico, se inserta una aguja fina para tomar células del nódulo. Muchas veces se recomienda realizar varias punciones (de una lesión, si es grande, o de varios nódulos). La muestra obtenida se envía al médico patólogo, quien, después del procesamiento adecuado de las células, las examina con el microscopio y, posteriormente, comunica el resultado al médico que lleva al enfermo. La mayor parte de las lesiones examinadas en la PAAF son benignas. Este resultado descarta con una alta probabilidad la presencia de una neoplasia maligna. En ciertos casos, basándose en el análisis realizado a partir de una PAAF, se puede diagnosticar o sospechar un cáncer de tiroides. En ambos casos se recomienda el tratamiento quirúrgico. Una vez extirpado el nódulo entero, se examinará con microscopio por un patólogo y se establecerá el diagnóstico definitivo. En algunos casos el número de células tomadas no es suficiente para realizar una interpretación y establecer el diagnóstico, por lo que en estos casos es necesario repetir la prueba.

En determinadas circunstancias sirve de ayuda la gammagrafía de tiroides. Durante esta prueba se administra al paciente un isótopo radioactivo (yodo radioactivo o tecnecio 99m) y, mediante una cámara especial, es posible observar su localización en la tiroides. Los nódulos que producen una cantidad excesiva de hormona tiroidea captan mucho isótopo y se describen en la gammagrafía como "calientes". Los nódulos "fríos" no captan isótopo o lo captan con menor intensidad. Los nódulos "calientes" muy pocas veces significan la presencia del cáncer de tiroides.

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