• Tratamiento farmacológico con fármacos antitiroideos (tirostáticos). Entre los fármacos antitiroideos se encuentran el tiamazol y el propiltiouracilo. Los tirostáticos inhiben la producción de hormonas en la tiroides; los efectos pueden observarse después de unas 2-4 semanas de uso. El médico cada vez determinará la dosis inicial del fármaco de manera individual. A veces también se utiliza el tratamiento complementario con β-bloqueantes, p. ej. propranolol, que no disminuyen la concentración de hormonas tiroideas, sino ayudan a controlar algunos síntomas, tales como temblor de las manos o sensación de taquicardia. A lo largo del tratamiento el médico controla la eficacia de la terapia mediante una valoración clínica (anamnesis y exploración física del enfermo) y la determinación de los niveles de hormonas tiroideas, para así ajustar la dosis del fármaco. Durante el tratamiento con tirostáticos pueden producirse efectos adversos.
En caso de que se presente cualquier síntoma preocupante que pueda estar relacionado con el inicio del tratamiento, el paciente debe notificarlo al médico lo antes posible. En complicaciones menos graves (p. ej. prurito, dolores articulares), será suficiente cambiar de fármaco o ajustar su dosis. En muy raros casos puede producirse la necesidad de suspender el tratamiento con tirostático.
Una complicación en particular peligrosa, aunque afortunadamente muy rara, puede ser la agranulocitosis: una disminución notable del nivel sérico de neutrófilos (una especie de glóbulos blancos) debido a un daño tóxico reversible de la médula ósea que desaparece tras suspender el fármaco, aunque requiere un control estricto del médico. Es un estado muy peligroso porque, como consecuencia, la resistencia del organismo a las infecciones se ve muy reducida. Por lo tanto, si se presenta fiebre, debilidad, dolor de garganta, el enfermo debe inmediatamente suspender la ingesta del fármaco y acudir sin demora al centro de salud o al hospital para realizar un hemograma con frotis de control. Si el número de neutrófilos no está disminuido, es necesario volver al tratamiento previo de forma urgente. Si se confirma la presencia de agranulocitosis, ya no se podrán utilizar en el futuro los fármacos de este grupo.
• Tratamiento con yodo radioactivo (131I). Una administración oral única de yodo radioactivo tiene como objetivo dañar de manera lenta e irreversible las células tiroideas que activamente captan yodo de la sangre. El efecto producido por el yodo radioactivo se desarrolla durante unos meses después de la terapia. El desarrollo de hipotiroidismo permanente (que requiere tratamiento con comprimidos de tiroxina) no debe considerarse una complicación, sino el resultado de un tratamiento eficaz. Este método terapéutico no puede utilizarse en embarazadas y mujeres lactantes. Además, durante un período de aproximadamente una semana, la persona sometida a la terapia no debe ponerse en contacto con niños pequeños ni con embarazadas. Por último, durante un período de por lo menos 6 meses desde la terapia, las mujeres no deben planear quedarse embarazadas.
• Tratamiento quirúrgico (estrumectomía, tiroidectomía). Esta forma de tratamiento está absolutamente indicada en caso de sospecha o diagnóstico del cáncer de tiroides, incluido el coexistente con hipertiroidismo. Además, se considera el tratamiento quirúrgico en pacientes con un bocio nodular grande que comprime la tráquea. Tras el procedimiento de extirpación de la glándula tiroides, se presenta hipotiroidismo que requiere un tratamiento crónico con preparados de tiroxina. Desgraciadamente, es necesario tener en cuenta las posibles complicaciones que pueden presentarse durante la cirugía y que deben ser consultadas con el cirujano. Entre las complicaciones postoperatorias graves se encuentran la paresia/parálisis de una o ambas cuerdas vocales, debido a un daño perioperatorio de los nervios laríngeos recurrentes y un hipoparatiroidismo transitorio o permanente.
¿Es posible la curación completa?
La posibilidad de curación completa (cuando el enfermo no requiere ningún fármaco para la tiroides) depende principalmente de la causa del hipertiroidismo. Tras un tratamiento con yodo radioactivo o un procedimiento de extirpación de la glándula tiroides, a menudo se presenta hipotiroidismo que requiere un tratamiento de por vida con preparados de tiroxina (→Hipotiroidismo).
¿Qué se debe hacer después de finalizar el tratamiento?
Una vez finalizado el tratamiento del hipertiroidismo, el enfermo requiere estar bajo supervisión médica constante. Está indicado realizar controles regulares de los niveles hormonales (concentración sérica de TSH), así como los controles ecográficos (ecografía tiroidea). En algunos casos existe, en efecto, una posibilidad de recurrencia del hipertiroidismo o del bocio nodular o de desarrollo del hipotiroidismo, incluso varios meses después de la finalización del tratamiento utilizado. Si una vez finalizado el tratamiento el paciente requiere terapia con preparados orales de hormonas tiroideas debido al hipotiroidismo, serán necesarios su ingesta regular y controles periódicos de la eficacia del tratamiento.
¿Cómo se puede evitar?
Con el fin de llevar una vida saludable es necesario asegurarse de aportar la cantidad suficiente de yodo con la dieta. En algunos países, la yodación de la sal de mesa es obligatoria, gracias a lo cual una parte de la población recibe una cantidad suficiente. Además, según las indicaciones de varios programas profilácticos, aparte de la yodación obligatoria de la sal de mesa, se recomienda el consumo de alimentos ricos en yodo (entre otros, el pescado de mar) y la ingesta de preparados orales de yodo por embarazadas y mujeres lactantes. El aporte suficiente de yodo disminuye el riesgo de desarrollo del bocio parenquimatoso y de los nódulos tiroideos y, en consecuencia, también reduce el riesgo de contraer hipertiroidismo en el transcurso de los últimos.
Otro factor importante que puede modificarse es el abandono del hábito de fumar. En efecto, existe un vínculo entre el hábito tabáquico y el desarrollo de nódulos tiroideos, así como el desarrollo y transcurso de hipertiroidismo.
Las enfermedades autoinmunes de la tiroides (p. ej. enfermedad de Graves-Basedow, enfermedad de Hashimoto) están predeterminadas genéticamente. La predisposición genética no se puede modificar. Las personas con antecedentes familiares de enfermedades autoinmunes de la tiroides deben notificarlo a su médico para evitar la ingesta de fármacos que puedan influir en el desarrollo de la enfermedad.