Daños hipofisarios postraumáticos y yatrogénicos

1. Daño postraumático

Un daño hipofisario puede producirse ya durante el parto: a consecuencia de un daño perinatal, asfixia perinatal o hemorragia interventricular del neonato. A cualquier edad, un traumatismo craneoencefálico puede provocar una fractura de las estructuras óseas de la silla turca y una rotura del tallo hipofisario, así como llevar a una vasoconstricción y, en consecuencia, a una apoplejía isquémica hipofisaria. Los síntomas de hipopituitarismo postraumático normalmente se desarrollan gradualmente, con una clara expresión clínica aproximadamente un año después del evento. A consecuencia de un traumatismo craneoencefálico, ~30 % de los pacientes puede sufrir una lesión de los núcleos supraópticos hipotalámicos (que producen vasopresina) o de la neurohipófisis (el lugar de secreción), lo que conduce a su vez al desarrollo de diabetes insípida.

2. Daños yatrogénicos

1) Intervención neuroquirúrgica: durante una operación transesfenoidal de un tumor hipofisario puede producirse una lesión de la parte glandular de la hipófisis, mientras que en las intervenciones transcraneales (craneotomía) puede lesionarse el tallo hipofisario y el hipotálamo mismo. La consecuencia de una lesión intraoperatoria de la neurohipófisis o del hipotálamo es la diabetes insípida.

2) Radioterapia: en >50 % de los pacientes tras la radioterapia de neoplasias de la región selar, así como en ~40 % de las personas sometidas a radioterapia de la cabeza en la infancia, se produce una lesión hipotálamo-hipofisaria inducida por radiación, que se manifiesta, entre otros, con insuficiencia de la parte glandular de la hipófisis. La radiación ionizante causa daños irreversibles en la membrana interior de los vasos del SNC, llevando a su hipertrofia reactiva con una estenosis secundaria de la luz vascular y alteraciones del flujo cerebral. Estas lesiones se desarrollan a lo largo de varios años después de la radiación y pueden afectar no solo a la parte glandular de la hipófisis y al hipotálamo, sino también al quiasma óptico (alteraciones del campo visual) y al tejido cerebral de los lóbulos temporales y frontales (cefalea, trastornos del comportamiento). Las técnicas modernas de radioterapia, incluida la radioterapia conformada y la estereotáctica (con acelerador lineal) disminuyen el riesgo de dichas complicaciones, dado que su aplicación permite reducir la dosis de radiación que atraviesa los tejidos sanos.

TratamientoArriba

Consiste en restituir farmacológicamente los déficits hormonales.