Mineralocorticoides

El sistema renina-angiotensina controla la síntesis de aldosterona. La angiotensina II y los iones de potasio desempeñan el papel más importante en la estimulación de la síntesis de aldosterona. La ACTH, la β-endorfina, la endotelina y la vasopresina ejercen una actividad de apoyo. En el aparato yuxtaglomerular de los riñones se produce la renina, una enzima que se separa del angiotensinógeno (una α2-globulina producida en el hígado), y la angiotensina I, un decapéptido biológicamente inactivo. Existen numerosos factores que incrementan la secreción de renina, como la hipovolemia, la disminución de la presión de perfusión renal, el déficit de sodio, la reducción del contenido de sodio en la mácula densa, la estimulación del sistema simpático y las prostaglandinas PGE2 y PGI2. Por otro lado, la hipervolemia, el bloqueo del sistema simpático y la ingesta elevada de sodio inhiben la secreción de renina. La ingesta elevada de potasio (dieta rica en potasio) inhibe la liberación de renina en los riñones, pero estimula la secreción de aldosterona en las glándulas suprarrenales. La enzima convertidora (ECA) transforma la angiotensina I en angiotensina II; en las siguientes transformaciones de angiotensina I y II se pueden formar otras angiotensinas biológicamente activas. Por medio de los receptores AT1 y AT2, la angiotensina genera diversos efectos (cap. I.M), p. ej. aumenta la actividad de la 18-hidroxilasa y la 18-oxidasa en la capa glomerular de la CS. De este modo, estimula la secreción de aldosterona actuando sinérgicamente con los iones de potasio. Los principales inhibidores de la síntesis de aldosterona son el péptido natriurético auricular (ANP), la dopamina, la somatostatina y el óxido nítrico. La DCS –un MCS de actividad bastante más baja que la aldosterona– se forma tanto en la capa glomerular como en la fascicular, y su secreción depende de la ACTH.

Los MCS son imprescindibles para mantener la concentración adecuada de sodio y potasio, así como el volumen adecuado de los fluidos extracelulares. Los receptores de mineralocorticoides se encuentran en los riñones, las glándulas parótidas, el intestino grueso, los vasos sanguíneos, el cerebro y el corazón. La aldosterona determina la reabsorción de Na+ y la excreción de K+ y H+ en la parte distal de la nefrona. Una secreción excesiva de aldosterona en la CS genera una retención de agua y sodio, incrementa la excreción de K+ i Mg+, reduce la concentración de sodio en la saliva y el sudor y disminuye la concentración de potasio en los músculos. En las personas sanas que consumen cantidades de sodio normales, la administración de aldosterona provoca una retención de líquidos inicial, pero en poco tiempo tiene lugar un fenómeno de "escape": la actividad de la aldosterona desaparece, se da una diuresis espontánea y la volemia se normaliza, aunque la excreción de potasio elevada se mantiene. Este estado se observa en los enfermos con secreción autónoma de aldosterona.

La aldosterona, al actuar en sinergia con la angiotensina II, provoca hipertrofia, remodelación y fibrosis cardíaca y de la pared vascular. Además, altera la función endotelial. En los riñones, el exceso de aldosterona –sobre todo en los enfermos con una dieta rica en sodio– provoca daños en las arteriolas medianas y pequeñas y el desarrollo de una nefropatía. Además, los MCS incrementan la presión arterial, lo que estimula los receptores específicos en el SNC.

Los receptores de mineralocorticoides no son selectivos. No solo la aldosterona es capaz de unirse a ellos, sino que también puede hacerlo el cortisol (pero no la cortisona). La secreción de cortisol en las glándulas suprarrenales (10–20 mg/d) es varias veces superior a la de aldosterona (100–150 μg/d). Los receptores de mineralocorticoides están "protegidos" contra el cortisol gracias a la 11β-Hidroxiesteroide deshidrogenasa tipo 2 (11β-HSD2), que cataliza la transformación del cortisol en cortisona.