DefiniciónArriba
Los síndromes dolorosos de la columna engloban el dolor o el malestar en la zona de la espalda, p. ej. una sensación de tensión muscular o rigidez. Pueden afectar al segmento cervical (cervicalgia), torácico o lumbar (lumbalgia) y extenderse a lo largo de uno o ambos miembros superiores (braquialgia), al tronco (nervios intercostales) o a lo largo de uno o ambos miembros inferiores (meralgia o ciática).
Según la duración, el dolor de columna se clasifica en agudo (<4 semanas), subagudo (entre 4 semanas y 3 meses) y crónico (>3 meses). Se define como recurrencia a un nuevo episodio de dolor después de un período de remisión de 6 meses. No se debe confundir con la agudización del dolor crónico.
EpidemiologíaArriba
Alrededor de un 90 % de la población de los países desarrollados sufre dolor de columna a lo largo de su vida. Suele afectar al segmento lumbar (lumbalgia; ~80 %) y cervical (~15 %). Aproximadamente el 70 % de las personas con una primera lumbalgia experimentarán una recurrencia en el futuro.
Etiología y patogeniaArriba
Dolor inespecífico: 90 % de los casos, no es posible detectar las causas mediante pruebas de imagen, aunque sí pueden revelar lesiones comunes, que normalmente son una manifestación del envejecimiento natural de la columna (estrechamiento del espacio intervertebral, deshidratación discal, protrusión discal, espondilolistesis, osteofitos, etc.).
Dolor específico: 10 % de los casos, causas más frecuentes →tabla VII.J.6-1.
Puede proceder de
1) Los discos intervertebrales (dolor discogénico)
a) Fisura y desgarro del anillo fibroso después de una sobrecarga no fisiológica (p. ej. una flexión brusca del tronco con rotación) o una suma de microlesiones tras repetidas sobrecargas subclínicas (p. ej. posturas crónicas, forzadas y repetidas, sobre todo con movimientos de rotación del tronco). Las fisuras recurrentes y la cicatrización del anillo fibroso pueden provocar que crezcan terminaciones nerviosas de la rama meníngea del nervio espinal, primero en las capas externas y después en las más profundas del anillo fibroso, y convertirse en la causa del dolor crónico.
b) Degeneración del disco intervertebral: su deshidratación, hundimiento y pérdida de elasticidad causan dolor de columna, aunque se transfieran las cargas fisiológicas. Como consecuencia, se desarrolla edema medular en el hueso trabecular de los cuerpos vertebrales, acumulación de tejido adiposo en la médula ósea y esclerosis medular.
2) Las articulaciones intervertebrales y sacroilíacas
a) Cambios degenerativos.
b) Artritis (en el curso de espondiloartropatías, espondilitis anquilosante, AR, etc.).
c) Movilidad excesiva (p. ej. como consecuencia de una elasticidad excesiva del aparato ligamentoso en el embarazo).
d) Sobrecarga de la articulación debido a una disposición anómala de las superficies articulares (p. ej. debido a trastornos de la marcha o una asimetría en la fuerza muscular de la espalda y la cintura pélvica).
3) Los nervios espinales y sus raíces debido a su compresión
a) Protrusión excesiva de la parte posterior del anillo fibroso en dirección al canal vertebral a través de un núcleo pulposo que ejerce presión (hernia del núcleo pulposo). El proceso de protrusión discal suele durar mucho (semanas o meses). Sin embargo, muchas veces el anillo fibroso se rompe de manera abrupta en todo su grosor y el núcleo pulposo es total o parcialmente expulsado del anillo fibroso hacia el canal vertebral. Al presionar las raíces de los nervios espinales, el dolor se irradia a lo largo de la extremidad (braquialgia, meralgia).
b) Estenosis espinal debida a un crecimiento de degeneración proliferativa en los bordes de los cuerpos vertebrales o de las articulaciones intervertebrales en dirección a su luz, o a causa de un crecimiento excesivo de las bolsas sinoviales y los ligamentos amarillos de la columna. Las lesiones crecen lentamente (durante años), al igual que los signos clínicos de la estenosis.
4) Los músculos y las fascias de la espalda: el dolor está generado directamente por los puntos gatillo, unas áreas pequeñas, excitables y sensibles a la palpación que se encuentran en los vientres musculares o las fascias. Puede haber diversas causas, como un aumento local de la tensión de las fibras musculares, la concentración de neurotransmisores, una sensibilidad a los estímulos nociceptivos y alteraciones en los patrones de activación muscular.
5) El aparato cápsulo-ligamentoso-fascial de la pelvis: la insuficiencia del aparato ligamentoso que estabiliza la unión entre los huesos ilíacos, el sacro y la columna dorsal puede provocar dolor debido a una movilidad excesiva (inestabilidad) generada por cargas fisiológicas.
Cuadro clínico e historia naturalArriba
El dolor inespecífico se limita a la línea medial o sus alrededores en la zona del cuello o la espalda, es decir, tiene carácter axial. No hay componente irradiado (extensión a zonas del cuerpo alejadas de la columna) ni radicular (neuralgia). Normalmente remite en varios días y la mayoría de los enfermos no acuden al médico. En general, los enfermos vuelven a trabajar en un mes. Sin embargo, la mayoría sufren recurrencias. En un 10-15 % de las personas, el dolor agudo se transforma en dolor crónico con el tiempo. Factores de riesgo para desarrollar dolor crónico: baja por enfermedad prolongada a causa del dolor de columna (normalmente >4-12 semanas), problemas psicosociales, estado de ánimo depresivo/depresión, antecedentes de dolor de columna, dolor muy intenso combinado con una gran discapacidad y trastornos en el funcionamiento diario, falta de empleo permanente, períodos breves de empleo, trabajo duro.
El dolor crónico suele estar acompañado por una discapacidad física y limitaciones en la vida cotidiana y la actividad profesional.
El dolor específico puede tener un carácter únicamente axial o estar acompañado por los siguientes problemas: dolor irradiado (sobre todo radicular), alteraciones neurológicas (parálisis de miembros superiores y/o inferiores, trastornos de los esfínteres de la uretra y el ano), problemas para caminar (claudicación neurógena), síntomas de compresión medular (mielopatía), síntomas generales (p. ej. fiebre).
Artrosis de columna: la actividad física induce o intensifica el dolor, mientras que el descanso lo reduce o provoca su remisión al descargar la columna:
1) dolor discogénico: normalmente axial, a lo largo del plano medial, sin componente irradiado
2) dolor de articulación intervertebral: suele localizarse de forma asimétrica (lateralmente al eje de la columna); en las articulaciones del segmento cervical se ubica en la zona de la escápula o el hombro; en las articulaciones del segmento lumbar, sobre la cresta ilíaca o en el glúteo
3) neuralgia: dolor irradiado, que puede extenderse a lo largo de los dermatomas (→fig. VII.J.6-1) de la columna o afectar únicamente a las extremidades. En muchos enfermos, el dolor se reduce durante el movimiento y se intensifica en reposo o en una posición concreta. La neuralgia puede ir acompañada de:
a) trastornos sensitivos: reducción de la sensibilidad superficial (hipoestesia), que los enfermos suelen denominar "parálisis", y parestesia que los enfermos suelen describir como hormigueo, adormecimiento, entumecimiento, agujas clavadas, etc.
b) debilidad de los músculos de las extremidades (paresia, parálisis) y de los reflejos tendinosos.
La braquialgia parestésica se manifiesta como pérdida de fuerza y/o precisión de los movimientos del brazo, p. ej. los enfermos escriben de forma torpe, les cuesta abrochar botones o se les caen objetos de las manos. La meralgia parestésica se manifiesta por una incapacidad para enderezar la articulación de la rodilla y dificultades para levantarse.
La ciática paralizante puede afectar a los extensores de los pies (pie caído durante la marcha, tropezaduras con obstáculos en un terreno plano, incapacidad de sostener el peso corporal sobre el talón y andar sobre los talones; con parálisis total, el pie está totalmente caído) o a los flexores de los pies (el enfermo no puede apoyar los dedos de los pies al caminar ni permanecer de pie y/o sostener el peso corporal sobre los dedos de los pies). El primer ataque de neuralgia remite en la mayoría de los enfermos, muchas veces sin tratamiento, aunque su causa sea una hernia del núcleo pulposo o un secuestro. El dolor puede remitir después de varios días o meses. Cuanto más dure, menor es la probabilidad de que remita de forma espontánea. Si la neuralgia remite por completo, la siguiente crisis puede estar provocada por una hernia del núcleo pulposo de otro disco intervertebral. Incluso las hernias masivas del núcleo pulposo pueden remitir en unas semanas o meses. La neuralgia puede experimentar una remisión completa, aunque la hernia del núcleo pulposo siga siendo visible en la RMN o la TC.
La parálisis (neuralgia parestésica) puede remitir parcialmente e incluso totalmente, sobre todo si es incompleta. Generalmente, la parálisis total no remite ni siquiera después de una intervención quirúrgica. A menudo los síntomas remiten por completo, pero la parálisis se mantiene o remite solo parcialmente. Es muy frecuente que, cuando aparecen las parálisis, el dolor remita, lo cual reduce la vigilancia del enfermo y el médico.
Síndrome de cola de caballo: consecuencia de la compresión de las raíces de muchos nervios medulares en el segmento lumbar del canal vertebral. Los síntomas se suelen desarrollar de forma brusca. Normalmente, la debilidad de los músculos de los miembros inferiores es más generalizada y no se limita a los extensores o flexores del pie. El paciente puede acabar perdiendo la capacidad de caminar y levantarse. Además de las piernas, en los trastornos sensitivos pueden verse afectadas la zona del ano y el periné. Es posible que los esfínteres exteriores de la vejiga y el ano sufran una parálisis. En los casos con hernia del núcleo pulposo, las parálisis musculares pueden ser importantes. Sin intervención quirúrgica, su remisión es escasa.
Estenosis espinal lumbar: suele afectar a personas de edad avanzada. Su síntoma principal es una claudicación neurógena (problemas para caminar causados por una debilidad de los miembros inferiores que se intensifica a medida que se recorre más distancia, hasta que se pierde por completo la fuerza y el control de las extremidades). La debilidad de piernas durante la marcha está acompañada por trastornos sensitivos progresivos en los miembros inferiores (parestesia) y, a menudo, por una sensación de malestar y pesadez en el sacro (con menos frecuencia, dolor de sacro). Los pacientes suelen describir estas sensaciones en las piernas al caminar como hormigueo, entumecimiento, piernas pesadas, piernas extrañas o piernas de goma. En algunos enfermos, la marcha puede desencadenar ciática. Los enfermos con estenosis medular y claudicación neurógena en reposo no suelen presentar una fuerza muscular reducida en los miembros inferiores ni dolor de sacro o ciática. Sin embargo, pueden sufrir parestesias permanentes, normalmente en los pies. Las parestesias en los miembros inferiores o el dolor o malestar en el sacro se intensifican al estar de pie en una posición neutral y tumbarse boca arriba, de ahí que los enfermos con estenosis medular no toleren esas posiciones. Esto se debe a que el segmento lumbar de la columna está dispuesto en posición lordótica, lo cual reduce aún más la luz del canal vertebral. La flexión de la columna hacia delante y la reducción de la lordosis natural ensanchan la luz del canal vertebral y los agujeros intervertebrales, por eso los enfermos adoptan de forma involuntaria una postura corporal encorvada que elimina la lordosis lumbar fisiológica. También pueden ir en bicicleta durante mucho tiempo y les resulta más fácil subir escaleras (cuando tienen el tronco inclinado hacia delante) que bajarlas (cuando aumenta la lordosis). Los signos clínicos de la estenosis se desarrollan lentamente y al principio son imperceptibles. Los síntomas pueden manifestarse de forma repentina en caso de sufrir una pequeña hernia del núcleo pulposo. Una estenosis considerable acorta significativamente la distancia de la marcha o genera una pérdida absoluta de la capacidad de andar; a menudo requiere una intervención quirúrgica.
Estenosis espinal cervical: puede provocar la debilitación de los miembros superiores e inferiores (tetraparesia). El enfermo pierde lenta y progresivamente los movimientos precisos de las manos, y después la fuerza y la capacidad de los miembros superiores e inferiores. La paresia en las extremidades superiores suele ser flácida, y en las inferiores, espástica. Si la médula espinal sufre compresión por encima de la vértebra C4, la paresia de los miembros superiores también es espástica.
Artritis sacroilíaca: el dolor suele afectar a la zona del glúteo, con frecuencia de manera axial (en el sacro), a la ingle e incluso al miembro inferior asemejándose a la ciática. Si existe un proceso degenerativo o una artritis subyacente en el curso de una enfermedad sistémica (espondilitis anquilosante, artritis psoriásica, artritis reumatoide), tiene carácter crónico con períodos de agudizaciones y remisiones. En el resto de casos, remite de forma espontánea o tras el tratamiento.
Dolor miofascial: puede ser local, casi puntual; el paciente es capaz de localizarlo y señalarlo con precisión, y puede irradiarse, pero no a lo largo de los dermatomas como el dolor radicular. Puede durar un instante, horas o varios días.
Fractura osteoporótica: a menudo cursa sin dolor. Cuando el enfermo sufre dolor, suele ser agudo y axial. Normalmente, aparece después de una sobrecarga de columna (inclinación o rotación del tronco) o después de un pequeño traumatismo (caída desde la altura del propio cuerpo). Si ocurriera una compresión de nervios, puede irradiarse. El dolor agudo después de una fractura reciente se mantiene hasta que se cure parcial o totalmente, lo cual puede durar varias semanas. Las fracturas osteoporóticas suelen afectar a los segmentos cervical y lumbar de la columna. El dolor del segmento torácico puede afectar al tórax o al abdomen y llegar hasta la línea media anterior. El dolor del segmento lumbar puede irradiarse a los glúteos, las ingles o a lo largo de los miembros inferiores. En raras ocasiones, las fracturas osteoporóticas generan la formación de un fragmento libre de la parte posterior del cuerpo vertebral, que puede penetrar en el canal vertebral y oprimir la médula espinal o la cola de caballo y causar así una parálisis. Las fracturas recientes pueden ocurrir al lado de las fracturas antiguas ya cicatrizadas. Las fracturas numerosas de vértebras torácicas provocan una deformidad cifótica excesiva de la columna, deformidad torácica y reducción de la capacidad vital pulmonar. Las fracturas de las vértebras lumbares dan lugar a la pérdida de la lordosis fisiológica. Si son numerosas, acaban reduciendo la estatura. La discapacidad motora causada por la limitación de la movilidad y la capacidad física, y el reposo en cama provocado por el dolor de columna, incrementan la morbilidad y la mortalidad entre estos enfermos.
Neoplasia: el dolor suele ser axial, constante e intenso en movimiento, pero no remite en reposo. Es característico el dolor nocturno, cuya intensidad crece progresivamente. Cuando las raíces nerviosas sufren compresión o un derrame, aparece la neuralgia, y cuando las raíces o la médula espinal experimentan una gran compresión, el enfermo sufre paresia y parálisis de extremidades (en el segmento cervical, en las cuatro; por debajo, en las inferiores). El dolor y las alteraciones neurológicas se pueden desarrollar progresivamente, o de forma brusca como consecuencia de la fractura repentina de una vértebra debilitada por un derrame.
Espondilodiscitis: el dolor tiene una intensidad constante y remite ligeramente en reposo. Al principio está acompañado por síntomas generales de infección (fiebre). Tiene carácter axial siempre y cuando no haya un derrame inflamatorio, un tejido de granulación inflamatorio o pus que compriman las raíces nerviosas o la médula espinal.
DIAGNÓSTICOArriba
Si las personas con dolor agudo de columna no presentan factores que indiquen una causa específica del dolor (señales de alarma →tabla VII.J.6-2), se considera el diagnóstico de dolor de columna inespecífico. En estas situaciones, no es necesario realizar pruebas de imagen de la columna.
La aparición de señales de alarma puede apuntar a un dolor de columna específico, por lo que sería necesario profundizar en el diagnóstico. El único tipo de dolor específico que no requiere realizar pruebas diagnósticas adicionales es la neuralgia sin parálisis. En el resto de situaciones, se deben realizar pruebas de imagen (radiografía, RMN o TC) de la columna. La radiografía suele revelar alteraciones que pueden ser una expresión del envejecimiento natural de la columna, sin que estén relacionadas con los síntomas. Además, tiene una sensibilidad baja a la hora de diagnosticar tumores e infecciones. La TC muestra anomalías y fracturas vertebrales. La RMN ofrece una buena imagen de la médula espinal (cono medular incluido), los nervios medulares y sus raíces, y los discos intervertebrales. Se recomienda cuando se sospeche un tumor o una infección.
En caso de sospechar una etiología inflamatoria, infecciosa o neoplásica, se debe determinar la concentración de la PCR en suero o la VHS.
TratamientoArriba
Dolor agudo de columna inespecífico
Si la persona con dolor agudo de columna no presenta señales de alarma, se debe considerar como dolor de columna inespecífico e iniciar el tratamiento conservador. En caso de observar algunas señales de alarma, p. ej. síntomas radiculares (ciática o braquialgia) sin alteraciones neurológicas, el médico de cabecera debe iniciar un tratamiento conservador sin consultar previamente con el especialista. No obstante, si el enfermo presenta paresia además de neuralgia, es necesario derivarlo al especialista.
En las recidivas de dolor agudo de columna es necesario volver a evaluar la presencia de señales de alarma. Si no se observa ninguna, se puede implementar el mismo tratamiento conservador previo. Si las recidivas son cada vez más frecuentes y limitan significativamente la actividad diaria (laboral incluida), se deben tener en cuenta aquellos factores psicosociales del enfermo que favorezcan el dolor recurrente y aumenten el riesgo de que pase de agudo a crónico. La presencia de estos factores supone una indicación para implementar una terapia cognitivo-conductual.
1. Educación del paciente
Es fundamental tranquilizar al paciente, explicándole que la mayoría de los dolores de columna no se deben a ninguna enfermedad grave de base, que las lesiones reveladas por las pruebas de imagen de la columna suelen ser la expresión de su envejecimiento natural, no de ninguna enfermedad, y que no corre riesgo de sufrir una discapacidad prolongada o de quedarse inválido. Asimismo, es necesario avisar al enfermo de que puede experimentar recidivas del dolor de columna.
2. Actividad física
La limitación de la actividad física y el reposo en cama, si este fuera necesario, deben durar lo menos posible. Siempre que sea posible, se recomienda mantener la actividad física (laboral incluida), realizar ejercicios físicos con frecuencia según las instrucciones del fisioterapeuta y practicar deporte no competitivo, sobre todo natación. Es necesario mantener la columna en una posición adecuada al cargar pesos, inclinarse y sentarse. Se emplean distintos tipos de ejercicios de eficacia similar. Unos son para incrementar la fuerza y la resistencia de los músculos (sobre todo los paraespinales), estirar los músculos y mejorar la flexibilidad de la columna y el tronco, y otros consisten en flexionar o estirar la columna. En las personas mayores con riesgo de sufrir caídas, se implementan ejercicios de equilibrio y de postura corporal adecuada. Los ejercicios se deben realizar con regularidad, excepto en aquellos períodos de intensificación de los síntomas que lo impidan. Una actividad física adecuada reduce el riesgo de que el dolor se convierta en crónico.
3. Otros métodos fisioterapéuticos
1) compresas calientes, terapia manual y acupuntura: pueden tener efectos beneficiosos
2) no se han demostrado las ventajas de las compresas frías, la tracción, los corsés ni del yoga.
4. Tratamiento farmacológico
En situaciones de dolor agudo, se deben administrar fármacos durante poco tiempo (2-4 semanas) y reducir la dosis o interrumpir el tratamiento cuando los síntomas se reduzcan a un nivel aceptable para el enfermo o remitan. Fármacos básicos:
1) analgésicos: los AINE son los medicamentos de elección; en caso de contraindicaciones, se puede usar paracetamol, pero su eficacia es menor; el tramadol y los demás opioides se deben reservar a los enfermos con un dolor intenso en los que otros fármacos no resulten eficaces o estén contraindicados
2) miorrelajantes no benzodiacepínicos (p. ej. metocarbamol, baclofeno, tizanidina): se deben añadir en caso de que los AINE no resulten eficaces.
No hay datos que confirmen las ventajas de administrar antidepresivos, glucocorticoides de administración sistémica o antiepilépticos.
Si después de 4 semanas el tratamiento farmacológico no resultara eficaz, se debe volver a examinar la presencia de señales de alarma.
Dolor crónico de columna inespecífico
Los tratamientos son similares a los del dolor agudo. Sin embargo, el tratamiento farmacológico es menos importante en este caso y se debe limitar a las agudizaciones del dolor. Se debe poner un mayor énfasis en la educación y el tratamiento no farmacológico, sobre todo en que el paciente mantenga una postura corporal adecuada y realice ejercicio físico. Debido al mayor impacto de los factores psicológicos y socioeconómicos en el desarrollo del dolor crónico, en algunas situaciones se debe considerar la administración de antidepresivos que modulen la sensación de dolor.
Tabla VII.J.6-1. Principales causas muy graves del dolor específico de columna
Más graves (<1 % de los casos de dolor de columna) |
1) Neoplasia: generalmente metástasis de cáncer de mama, cáncer de próstata, cáncer de pulmón y mieloma múltiple
2) Absceso epidural espinal: los factores de riesgo son las infecciones generales, una punción reciente del canal vertebral, un catéter en el espacio epidural, el consumo de drogas intravenosas, otras infecciones paraespinales de los tejidos blandos o bacteriemia, y la inmunodeficiencia
3) Osteomielitis: los factores de riesgo son la bacteriemia, la inmunodeficiencia y el consumo de drogas por vía intravenosa |
Otras |
1) Compresión de raíces y/o nervios medulares: en el segmento lumbar suele ubicarse en L5/S1 y L4/L5, con menos frecuencia en L3/L4 y L2/L3, mientras que en el segmento cervical se suele localizar en C5/C6 y C6/C7. Está causada por una protrusión del disco intervertebral (hernia del núcleo pulposo) o por lesiones proliferativas de las articulaciones intervertebrales y las vértebras
2) Estenosis espinal: provocada por la intrusión en el canal vertebral de ligamentos amarillos engrosados y lesiones degenerativas y proliferativas de los bordes de los cuerpos vertebrales y las articulaciones intervertebrales, por una espondilolistesis o por una escoliosis lumbar degenerativa
3) Fractura vertebral por compresión, normalmente osteoporótica (4 % de los casos de dolor de columna)
4) Espondiloartropatías (espondilitis anquilosante, artritis psoriásica, artritis concomitantes a enteritis inespecíficas)
5) Artrosis de columna (degeneración de discos y articulaciones intervertebrales)
6) Deformaciones degenerativas (raramente idiopáticas) de la columna: escoliosis, hipercifosis
7) Causas ajenas a la columna
a) del sistema musculoesquelético: articulación sacroilíaca (artrosis, sobrecarga de la articulación sacroilíaca, inflamaciones: espondilitis anquilosante), síndrome piriforme
b) otras: depresión con somatización, pancreatitis, urolitiasis, pielonefritis, aneurisma de la aorta, herpes zóster |
Tabla VII.J.6-2. Síntomas que indican una causa específica del dolor de columna (señales de alarma)
Causa |
Señales de alarma |
Compresión de estructuras nerviosas |
De nervios medulares aislados o sus raíces |
– Irradiación del dolor a lo largo de los dermatomas del miembro inferior (ciática o meralgia) o superior (braquialgia)
– Debilidad muscular
– Miembro inferior: el enfermo "aletea" los pies al caminar, es incapaz de apoyar los dedos de los pies al caminar, se le "escapa" la pierna al andar o se apoya en ella de forma vacilante, no es capaz de sostener el peso corporal sobre los talones o los dedos de los pies
– Miembro superior (el paciente pierde movimientos de precisión, se le caen objetos de la mano) |
De muchas raíces nerviosas (síndrome de cola de caballo) |
– Hipoestesia total o parcial en la zona del ano y los órganos reproductores externos
– Trastornos de los esfínteres (ausencia de urgencia miccional, retención urinaria, incontinencia urinaria o fecal
– Debilidad muscular sistémica y grave en los miembros inferiores (hasta que se pierde la capacidad de marcha y de mantenerse de pie) |
De la médula espinal (mielopatía cervical) |
Tetraparesia (debilidad muscular concomitante de los miembros inferiores y superiores, repentina o lentamente progresiva) |
Fractura vertebral |
– Edad avanzada (osteoporosis asociada a la edad)
– Corticoterapia crónica (osteoporosis)
– Traumatismo
– En las personas mayores, incluso un traumatismo pequeño (caída desde la altura del propio cuerpo, un resbalón, una caída de la bicicleta) o cargar con pesos; en los jóvenes, una lesión importante (accidente de tráfico, caída de altura) |
Neoplasia |
– Edad >50 o <20 años
– Antecedentes de neoplasia
– Dolor nocturno
– Dolor que se intensifica en posición vertical y no remite en decúbito supino
– Pérdida de masa corporal
– Malestar general |
Infección de columna |
– Fiebre
– Focos de infección (p. ej. absceso periamigdaliano, otitis media, abscesos odontogénicos)
– Consumo de drogas por vía intravenosa
– Inmunodeficiencia (tratamiento inmunosupresor, infección por VIH) |