Los cambios en el metabolismo de fármacos son el resultado de:
1) la disminución de la oxidación microsomal en el hígado (en la edad avanzada son frecuentes las enfermedades hepáticas), el aclaramiento y el efecto de primer paso (por lo que aumenta la disponibilidad de diltiazem, verapamilo, propranolol y simvastatina orales), y
2) el aumento de la concentración estacionaria (la concentración del fármaco tras alcanzar el estado estacionario, es decir aquel en el cual el ritmo de introducción de este fármaco al organismo es igual al ritmo de su eliminación), la vida media y los niveles de metabolitos activos.
En pacientes con IC o enfermedad hepática es necesario disminuir las dosis de los fármacos.1,5
Los cambios en la eliminación de los fármacos se deben a la disminución en la perfusión renal (que se reduce adicionalmente en caso de HTA, vasculopatías, IC y diabetes mellitus), el tamaño de los riñones, la filtración glomerular, secreción tubular y reabsorción tubular. Estos cambios conducen al aumento de la concentración plasmática máxima de los fármacos eliminados por los riñones. Cabe recordar que, debido a la disminución de la masa muscular, esfuerzo físico y consumo de carne en personas de edad avanzada, la concentración de creatinina sérica puede ser normal a pesar de la alteración de la función renal. Para calcular la TFGe son más precisas las fórmulas elaboradas para la concentración sérica de cistatina C o aquellas que se sirven de 2 parámetros medidos, es decir los niveles de creatinina y de cistatina C, pero la disponibilidad de las mediciones de cistatina C es baja. Por esta razón, en general se utiliza la fórmula CKD-EPI. Se debe disminuir la dosis de los fármacos eliminados por los riñones.1,5
Los cambios farmacodinámicos asociados a la edad incluyen: respuesta alterada de los órganos a los fármacos administrados y disminución de los reflejos cardíacos y barorreceptores.2 En la edad avanzada disminuyen: reserva cardíaca, distensibilidad del ventrículo izquierdo, sensibilidad de los barorreceptores, número de receptores Β-adrenérgicos y respuesta a los diuréticos. Por su parte, aumentan: rigidez arterial, fibrosis miocárdica y sensibilidad a la hiponatremia, a la acción de anticoagulantes y de los fármacos que actúan sobre el sistema nervioso central. Por esta razón, los enfermos son más susceptibles a la aparición de IC en caso de recibir disopiramida o fármacos antiarrítmicos (FAA) de clase IV. El gasto cardíaco se reduce durante la terapia con Β-bloqueantes, mientras que el riesgo de inestabilidad hemodinámica aumenta con el uso de vasodilatadores y diuréticos. El riesgo de bradicardia y bloqueo AV aumenta en enfermos tratados con digoxina o FAA de clase II y IV, y el riesgo de bloqueo cardíaco y de proarritmia inducida por fármacos aumenta con el uso de FAA de clase I. Además, con el uso de antihipertensivos, nitratos y vasodilatadores aumenta el riesgo de hipotensión ortostática y caídas. Los anticoagulantes aumentan el riesgo de sangrado. Algunos fármacos —amiodarona, digoxina, lidocaína y metoprolol— pueden provocar alteración de las funciones cognitivas en la edad avanzada. Aumenta la depresión respiratoria inducida por opioides y la acumulación de los sustratos de la glicoproteína P en cerebro debido a la disminución de la actividad en la barrera hematoencefálica.1,5
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