Pruebas neurofisiológicas

Las pruebas neurofisiológicas se realizan siguiendo unos protocolos establecidos, que en ocasiones se modifican en función del síndrome diagnosticado. Los resultados se comparan con los valores normales, que se determinan cada varios años en una población de voluntarios sanos de ambos sexos, teniendo en cuenta los intervalos de edad, el estilo de vida sedentario —que puede generar una involución del sistema neuromuscular— y el desarrollo del síndrome de dolor miofascial por sobrecarga tan común en la actualidad. En caso de que no se observen lesiones estructurales evidentes en la ecografía o en las pruebas de imagen de alta resolución (TCRMN), los resultados de la prueba pueden apuntar a la existencia de trastornos de carácter funcional. La mayoría de los protocolos son universales, pero cada laboratorio de neurofisiología clínica debe crear sus propias normativas (al menos una vez cada 5 años) debido a la variabilidad poblacional y evolutiva de los parámetros electrofisiológicos musculares y de la conducción aferente y eferente, así como a la evolución de las propias enfermedades neuromusculares.

El plan de selección de cada método neurofisiológico depende de si sus resultados han de servir de ayuda para el diagnóstico, la evaluación del pronóstico o el seguimiento del tratamiento, o para ampliar los conocimientos sobre la patogenia de la enfermedad en particular.